Del rito de los afeites hablé a ustedes ayer, y de que la tarde del pasado martes, desde mi cuarto de baño pude observar la escenilla doméstica de doña Queta, Kati o Kity, sesenta años corridos, que en su habitación del depto. 24 se maquillaba antes de irse al festejo de su cumpleaños. Don Evaristo, impaciente, repasando en el diario noticias del Revolucionario Ins. y su dirigente, Beatriz Paredes, aguardaba el final del maquillaje. ‘Ya nomás las postizas». Las pestañas. Y doña Queta, Kati o Kity ya agarraba la colaloca o algún otro pegamento, y ya pepenaba el gusanito peludo, y ya se lo colocaba en el filo del párpado (La boca así, miren, abierta y torcida para este lado), tomaba las pinzas (de rizar), y venga el Rommel. El rímel, más bien..
– ¿Cuál te gusta más, viejo? ¿El negro o el violeta?
El sombreado de los párpados. «Ay, condenada ceja, ya me quedó estilo Irma Tigresa. Ora tendré que tiznarme un como lunar…»
Y a empalmarse dos capas de rubor, dos manos de bilé y ojeras de tizne en las ojeras del pellejo. Y sácate las tijerillas. «Ya mero me prestas tu navaja de rasurar. Condenados pelos». Los de las verrugas. Cortado quedó el escobillón cerdoso; un poco de sombra y la verruga se convirtió en «ese lunar que tienes, cielito lindo…»
– Esta mini, mira: ¿al agacharme se me alcanzar a ver?
– Animas, mujer, hasta qué horas. Impaciente, Don Evaristo siguió leyendo el periódico, que a doble plana contenía apenas el volumen de una Beatriz Paredes que a 2 mil decibeles: «¡No caigamos en las suspicacias que pretenden congelar la política en polarizaciones enclaustradas sin posibilidad de hablar..!»
– Viejo, ¿soy hermosa todavía?
– Claro, mujer, sólo que ahora te lleva más tiempo…
(Asqueroso machín.) Y venga ese juego de anillos, y esos aretes. Unos golpecitos en el mentón para disimular la papada, y a parpadear para abrillantar la pupila. «Ay, condenadas patas…»
– Son los juanetes. Cambíate de zapatos.
– Las patas de gallo. Ya me puse sombras, pero sombras nada más.
Y ahí el pincel de labios, y la escobilla, el pankake, y fuera tubos, y a peinarse a lo juvenil. A sus años. Don Evaristo se quedó observándola, meneó la testa, se la rascó, suspiró. «¿Y los bifocales, mujer?»
– Ay, no, qué te pasa. Tengo vista de águila Viejo, ¿me las retocas?
– Te las acabaría de magullar.
– Mis cejas, porque la izquierda me quedó como de Calderón, qué asco. Viejo, tu mano en el corazón: ¿crees que todavía estoy de buen ver..?
Y fue ahí, mis valedores. Ahí fue. Don Evaristo contempló lo que la fragorosa batalla con cremas y polvos, pinzas y pinceles, había logrado en el rostro de la matrona. Luego, ironías y sarcasmos, se puso de pie, se alzó frente a los afanes de doña Kati por volverse medio siglo más joven.
– ¿Verdá que gordis y todo todavía puedo? Total, que para disimular las reumas y demás achaques todo es ponerme así, de ladito…
– Claro que puedes, mujer, con tan sólo ponerte de ladito. ¿No pudo la Chayo Robles con sólo ponerse de ladito, o sea el fleco, salir limpia de los desvíos de recursos públicos para la compra del departamento de lujo? ¿No pudo la Gordillo, con tan sólo ponerse de ladito, la ideología, poner de ladito el 3o. Constitucional? ¿No pudo Nuestra Señora de las Cabañas, (las de Los Pinos) salir forrada y forrar al segundo marido, y a los Bribiesca, los Sahagún y demás asahagunes? Si a enjarradas de maquillaje pueden los Montiel y demás bandidazos quedar como sonrosados bibelotes en tanto que Peña Nieto, su antiguo achichincle, se les pone de ladito mientras jura acabar con la corrupción, ¿por qué no ibas a poder tú con tan sólo ponerte así, de ladito? Los Azuela de la Suprema Cort(a) y los Ugalde del IFE y del TRIFE, ¿no impusieron al chaparrito, peloncito, etc., con tan sólo ponerse de ladito? Si Beatriz Paredes asegura que puede reestructurar al Revolucionario Ins., pero a fondo, ¿por qué tú no vas a poder? Oye cómo insinúa que se le va a poder de ladito al de Los Pinos y al resto del Sistema de Poder, pragmática utilitarista que no fuera:
Tengo disposición al diálogo con el gobierno federal, lo que implica declinación o entrega, sino civilidad política y certidumbre de integridad. Semejante cinismo encubierto, ¿no es ponérseles de ladito? ¿Tú qué opinas, mujer?
– ¡Bravo, don Eva! Y aplaudí, pero válgame: para alcanzar el ventanuco me había tenido que trepar sobre una cubeta, un banco y mi nica azul, y me sostenía asido a dos manos al fierro (del travesaño). Así, al aplauso perdí el equilibrio y friégale, en el mero… (Sana, sana.)
ese viejo pri nunca podrá ser maquillado, ahí están y estarán hasta la muerte, los enterrarán con las botas puestas, los vetustos y dinosáuricos lideres morales, sátrapas sindicalistas que se han apropiado de las organizaciones haciéndolas patrimonio familiar con caracter hereditario, lideres charros dueños de las confederaciones, congresos y demás desfiguros creados a modo del sistema y que coptan los derechos de los trabajadores y eliminan cualquier brote de insurgencia sindical a base de pistolerismo, no ese viejo pri por más manitas de gato que le quieren dar seguirá siendo la misma cueva de ladrones.