Canción de cuna

Esa canción que la madre modula a media voz en tanto se filtra, por la ventana entreabierta, la luna llena Allá, en los bajíos de la comba tenebra, de repente desflórase aquel silencioso desparramadero de estrellas errantes. La canción de cuna-Erase que se era, allá en tiempos y regiones de los sueños color de rosa -rosa mexicano- un reino feliz, y en el reino feliz un caserío más feliz todavía, al que solían llamar cariñosamente ciudad perdida Si, un caserío de magia y encantamiento, que en techos y muros cantaba a la chispa de la vida e invitaba a gozar del mundo de Marlboro. Qué bien.

Y ocurrió, mis valedores, que en uno dPais de las Maravillase aquellos hogares color de rosa rosa mexicano, cierta noche de principios de marzo dormitaba un tierno infante, querubín como trazado a la imaginación de Disney: vientre color de rosa, rebosante de esos bichitos color de rosa rosa mexicano, que se crían en el reino waldisneysiano del mundo cristiano, libre y occidental: amibas, lombrices, solitaria salmonelas, estafilococos. Poéticos nombres…

He aquí al querube, removiéndose en esa su cuna, adorable muestra de la artesanía popular: un huacal aguacatero forrado con páginas cuic, las de la gente bonita Y qué palidez marfilínea en la piel del querube, que a dos pulmones berrea «¡Cuña, cuña..!»

En eso, que entra al castillo el rey del hogar, y que al llanto del heredero -heredero de la deuda externa- se descarga del negocio que lo trajo de esquina a esquina durante el día una caja espumeante de chicles, clínex, aguacates sin semilla y ejemplares del Diario Oficial. En su huacal, desmorecido, el santo querube: «¡Cuñá, cuñá..!»

– Por qué llora el niño.

– ¡Cuñá, cuñá..!

– ¿Los cólicos, mi hijo? ¿Las pulgas, las chinches, la chinche hambre?

– ¡Cuñá, cuñá, cuñá..!, el serafín redobla sus lloros.

– Ya sé. Para que mi niño se duerma le voy a contar un cuento de cuna – bueno, de huacal.

Y ahí, en el silencio de la noche tercer-mundista, la voz abrojuda del paisa tartajea el cuento infantil. Y qué prodigios obra la magia de un buen cuento de hadas: el bibelot de viva carne comienza a acallar sus lloros, y amainando el hipar, a entrecerrar los párpados. La voz del paisa tórnase tenue, sutil, hasta que., lástima

Lástima sí, porque ahí entra al cuartucho la compañera del paisa, o sea la reina del castillo, en sus manos las ropas del lavadero, ropas ajenas.

– Pero viejo, qué le están contando a mi criatura Para eso están Perrault, Andersen, los relatos de la abuela pero tú, leyéndole ese cuento que acaba de ventosearnos uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes…

– Se durmió, ¿no?

– Pero ese cuento puede dañarlo. Las pesadillas, imagínate.

– Se durmió, ¿sí o no?

Sh… Y lo que tenía que ocurrir: a la voz destemplada del paisa, la criatura entreabrió los párpados y… «¡Cuñá, cuñá..!», con todo el desconsuelo del topetazo con la realidad, porque ha vuelto a darse el testerazo contra el hambre, el cólico, los bichos, la realidad de este raigón cariado del mundo cristiano, libre y occidental. «¿Ves, mujer, lo que hicieron tus escrúpulos?»

– Ese es un cuento para arrullar mediocres domesticados, no una pobre criatura que qué culpa tiene..

– Se había dormido, ¿no? Va otra vez, y a ver si no interrumpes. Oye el cuento, mi hijo: «Pase lo que pase en otras partes del mundo, México tiene las mejores condiciones para despegar en este siglo XXI. El país tiene orden en las finanzas públicas, en el sistema financiero, y por eso nuestra economía es una economía fuerte y segura. Hemos consolidado la estabilidad macroeconómica El fantasma de crisis o vulnerabilidad está fuera de radar. ¡México es la envidia de países emergentes..!»

– Síguele, viejo, que ya vas aturdiéndolo, y que Dios te perdone.Calderon

– Sigo, pues. «Niños jornaleros. Trabajan de sol a sol».

¿De sol a qué? Y ahí el chillido, el alarido de tierno querube ‘Miles de niños padecen abusos, desnutrición y analfabetismo».

– Viejo, pon más cuidado. Después del cuento de Calderón te seguiste de filo con la noticia de la realidad nacional.

– Válgame Es que como todo está en la misma página..

Es noche cerrada en el reino de magia y encantamiento que nombran ciudad perdida noche lacerada a los alaridos del querubín. Y qué hacer. ¡Calderón, otro cuento, que el angelito no cesa de llorar! (Cuñá…)

Un comentario en “Canción de cuna”

  1. uy valedor, es contagioso el mal, pero los pinos les han sientado mal a sus dos últimos moradores, crean sitios que solo en su imaginario existen, salimos de foxilandia para entrar a un mundo no menos mágico: calderolandia

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