A cuidar esa salud…

Mis valedores, los de mi camada, los que han llegado a la madurez, quienes ya doblan el Cabo de Buena Esperanza: yo los exhorto a cuidar su salud y visitar al médico. ISSSTE, Seguro Social, un médico particular. Lo importante es que el facultativo revise nuestra salud. El examen, para nosotros, fácil, según pruebas como estas:

El funcionario que nos ha sido impuesto en Los Pinos, el que aparece como responsable directo en la prolongación de ese modelo neoliberal tan lesivo para las mayorías, ¿se perfila como todo un estadista, un visionario carismático, un patriota dispuesto a defender la soberanía del país, lo que de soberanía viene quedando después de De la Madrid y congéneres? ¡Es, si nos atendemos a su currículo, el estadista de fuste que necesita un país enfangado en la crisis global? ¿Al recién llegado le miran estatura para enfrentar problemas y retos del país? Entonces, mis valedores, ¿por qué no ver por nuestra propia salud y ponernos en manos del médico..?

Otras más: el segundo marido de Marta, ese que en los años siniestros del sexenio anterior no se apeaba de la lengua la palabrita «democracia», ¿no es el mismo «demócrata» que después del pasado dos de julio alardeaba, a lo cínico, que: «Yo soy el único que he ganado dos elecciones presidenciales, la mía propia y la de mi continuador» ¿Entonces? A ver por nuestra propia salud, reitero. Yo, por lo pronto, ya tengo apalabrados un par de especialistas, uno de dos: la doctora Cortina o el doctor Medina. Y sigo.

El que hoy, desde Los Pinos, prolonga la aplicación del neoliberalismo contra las clases populares y a favor del gran capital, ¿no inicia su gobierno al estilo Zedillo, éste con el error de diciembre que, con excepción de la superestructura, tanto perjudicó a los mexicanos, y el otro con el error de enero, que ha encarecido los productos de la canasta básica? ¿Entonces? ¿No vale la pena cuidar nuestra salud y acudir a la visita del médico? ¿No es, acaso, una maniobra fácil, rutinaria, a la que ustedes y yo estamos acostumbrados? ¿Entonces..?

Y otra: con el recién llegado a Los Pinos han aumentado las exportaciones de indocumentados que más allá del Bravo a la brava se lanzan a la aventura, y al propio tiempo las importaciones de todo alimento que nos llevamos a la boca. ¿No se abate, con alimentos e indocumentados, la menoscabada soberanía del país? Soberanía: al violar nuestras leyes para entregar a la justicia de Estados Unidos a unos narcotraficantes que aquí no han terminado de purgar su condena, ¿no reconoce el Estado mexicano su propia impotencia frente al problema, por lo que decide delegar la aplicación de justicia en un Estado extranjero, más vigoroso que el nuestro..?

¿Entonces? Yo los exhorto. Vamos todos al consultorio del facultativo. Qué nos cuesta, aparte del precio de la consulta…

¿El nuevo gobierno no está encabezado por un representante de la ultraderecha entreguista que, mientras intenta rematar PEMEX y la energía eléctrica reniega de su origen iberoamericano y de estrella polar tiene la Casa Blanca? ¿No andamos, por causa suya, sufriendo ajenas vergüenzas? ¿Qué ocurrió, mal iniciado el sexenio, con su política internacional, esa que alguna vez, con la Doctrina Estrada, fue orgullo de nuestro país y ejemplo para gobiernos del resto de Iberoamérica, esos que en 1964, instigados por una OEA instigada, a su vez, por EU, cortaron relaciones diplomáticas con la Cuba de Fidel? Todos, ¡menos el de México! ¿Y hoy? Pero nosotros, los paisas, ¿cómo hemos reaccionado a las desmesuras del gobernante primerizo que se aloja en Los Pinos? Qué fácil nos resultaría visitar al facultativo…

México y su política exterior. Si así le fue al ex-gerente de la Coca-Cola cuando, temerario, se enfrentó al presidente Hugo Chávez, con cuyo gobierno la economía de Venezuela ha crecido más de 5 veces lo que la de México, ¿Alguno de ustedes iba a imaginar que recién llegado a Los Pinos caería en el mismo error? En su pleito con el venezolano, ¿Chávez fue el provocador? ¿Venezuela nos discrimina infamándonos de «frijoleros del sur con piel color lodo, cuyas mujeres paren dos veces al año»? Nosotros, manipulados por la industria del periodismo, a repetir como loros la versión de la Casa Blanca: «¡Chávez es un autócrata y un dictador!» Patético que, forjemos nuestro criterio no con la cultura del oprimido sino con la del opresor. ¿Entonces? A visitar al facultativo, sin más.

¿Facultativo para qué, dicen? A ver: ¿ante las medidas del Poder no nos concretamos a aguantar y renegar, a renegar y seguir aguantando? Si ese Poder ya nos tiene culimpinados, ¿por qué no aprovechar y ponernos ante el proctólogo? Su índice, en el tacto rectal, no lo sentiremos tan brusco como el del encarecedor. Y lo traicionera que es ella, la próstata. En fin. (Allá ustedes.)

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