Paz a Saddam

Saddam Hussein, mis valedores. Personaje contradictorio y hombre de claroscuros, fue aliado y rival de la familia Bush, y por órdenes del menor de los tales, George W, «ahorcado hasta la muerte» en Bagdad, el pasado viernes 29 de diciembre, a las 21:05, hora de México. El mejor comentario, a mi juicio, en Rayuela del siguiente día en La Jornada:

Los dos invadieron, los dos masacraron, uno en nombre de Alá y otro en nombre de la «democracia». Uno fue muerto en Irak y el otro vacaciona en Waco, Texas.

Aquí, algunos fragmentos de la biografía personal del que fuera hombre fuerte de Irak, para calificar al cual la periodista J. Miller tuvo que agotar, de esto hace ya varios lustros, toda la existencia de calificativos: «Saddam Hussein, personaje complejo y contradictorio, fue hábil, tramposo, pragmático, sanguinario y oportunista, maniobrero y visceral, y nacionalista y mesiánico, carismático y seductor».

Saddam Hussein: «el que confronta», que tal significa el nombre, nació el 28 de abril de 1937 en el hogar de una familia de campesinos sin tierra y de una pobreza extrema; que sus años primeros los vivió en una choza de cañas y adobe que carecía de servicios y donde el único combustible era el estiércol de vaca. Huérfano de padre y con un campesino analfabeto como padrastro, que no le tenía buena disposición y al que servía como pastor de ovejas, Hussein huyó de la casa y vivió en Bagdad con su tío maestro de escuela que le inculcó sentimientos anti-imperialistas y de un nacionalismo extremoso. No logró el ingreso a la academia militar. Muy pronto, sin embargo, logró ostentar el grado de mariscal, en una carrera política que lo iba a conducir directamente a la horca Hussein.
Y el precio de la sobrevivencia: robos, muertes, bandas callejeras. Años después, militancia en el partido Baath («renacimiento»). Y llegaron las tareas partidistas, la prisión, la escapatoria, el complot y el golpe de estado. Transcribo, del articulista H. Campa, hace algunos ayeres:

«Aduciendo que había descubierto un complot de baathistas sirios en el partido, Hussein eliminó a 500 miembros relevantes de Baath. En una reunión del partido separó a 22 hombres relevantes, a quienes acusó de traición. Fueron ejecutados de inmediato. El mismo se encargó, pistola en mano, de matar a algunos de ellos».

Y que con la misma sangre fría, Hussein ordenó el empleo de armas químicas contra poblaciones rebeldes kurdas, al norte de Irak. «Villas enteras fueron arrastradas», afirmaba H. Campa. Y aquí, claroscuro de una personalidad compleja, contradictoria, desmesurada: ‘Pero ante la madre que pide por su hijo preso no duda en dar el indulto; un niño que lo intercepta y le da un beso lo conmueve y hace llorar; cuando en su natal Takrit notó indiferencia a su paso, se echó a llorar en los brazos de su chofer…»

(Tal para cual: «el presidente George W. Bush dejó de beber hace veinte años, cuando en 1986 decidió abandonar el alcohol después de que en una fiesta para celebrar su 40 aniversario, se excedió con las copas en forma alarmante. No esconde nada de su coqueteo con los tragos, sobre todo por su gusto por la cerveza».) El discurso belicista del ex-alcohólico contra las autoridades de Irak:

– O el mundo está con nosotros o está contra nosotros – Ellos nos odian por nuestras libertades – Esta es una guerra del bien contra el mal, porque Estados Unidos tiene arraigada vocación pacifista – Libertad y temor, justicia y crueldad, siempre han estado en guerra y sabemos que Dios no es neutral – Que Ã?l nos dé sabiduría y podamos velar por Estados Unidos de América

Y muy significativo: El conflicto del Pérsico reavivó la competencia entre las grandes compañías armamentistas dedicadas a la producción de equipo de reconocimiento táctico, desde los satélites espías hasta los equipos «para escuchar». En este terreno sobresalen Lockheed Corp., la Hughes Aircraft, Loral y E-Systems. Pero volviendo a Saddam Hussein, hoy difunto:

Cuando hombre fuerte de Irak Saddam se había embarcado en la tarea de reconstruir la antigua Babilonia. �l mismo horneó miles de ladrillos, en muchos de los cuales está inscrita esta leyenda:

«La Babilonia de Nabucodonosor fue reconstruida en la era de Saddam Hussein». Y un detalle que tiene relación directa con todos nosotros, los mexicanos:

«Ã?l mismo busca su lugar en la historia como un nacionalista. Precisamente por sus acciones nacionalizadoras, Saddam Hussein admira a Salvador Allende, de Chile, y Lázaro Cárdenas, el mexicano que nacionalizó la riqueza petrolera…» Saddam Hussein. (Hoy, su paz.)

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