Cuando el Prozac ya no…

Eso me saco por andar de preguntón. Yo acababa de leer en el matutino que el Prozac, en sus veinte años existencia ha sido recetado a más de cincuenta y cuatro millones de personas, y el dato revelador: que en uno de cada cuatro casos el fármaco no tiene ningún efecto terapéutico. Al final de reciente conferencia que impartí en algún centro universitario y en la que traté diversos asuntos políticos, se me ocurrió preguntar:

– ¿Alguno de ustedes ha sido víctima de fraudes y transas en los que por la ingerente necesidad, la codicia o el exceso de credibilidad han caído tantos? La tarjeta de crédito que lo metió en catástrofes financieras, o el automóvil adquirido en la empresa Publi XIII, y que ahora resulta que no le pertenece y va a tener que regresarlo a la agencia, o pagarlo en su totalidad con todo y la carga de cargos y recargos que la operación presupone. Ese al que defraudaron, ¿anda buscando el desquite y no halla con quién? Yo, tal vez…

¿Algún desdichado está entre los deudores de cartera vencida cuya cuenta bancaria lo llevó al embargo de todos sus bienes, y acaban de darle un plazo perentorio para desalojar su vivienda, cuyos abonos debe aún, y de la que le acababa de llegar notificación de que la edificó en un terreno ejidal, y por lo mismo va a tener que desocuparlo? ¿Acudió al Prozac, y nada…?

¿Es usted, o usted, uno del ciento y medio de ricachones que perdieron todo lo guardado en cajas de seguridad de algún banco de Tecamachalco? En su mente la imagen obsesiva de una caja de acero vacía y unos funcionarios bancarios que, desvergonzados, se deslindan de toda responsabilidad? ¿El Prozac, inefectivo para tanta iracundia? Aguarde, que yo, tal vez…

¿Tenía alguno de ustedes un negocio que logró superar el «error de diciembre» zedillista, y tornarlo próspero y floreciente, hasta que llegó Fox, ese Fox que nos resultó con cualidades de sistema digestivo, que todo lo tornó lodo biológico? ¿Ese desdichado acaba de declararse en quiebra? ¿Por las deudas que contrajo tratando de salvar el negocio está en riesgo de perder su casa, y ni modo de ir a desquitar con Fox toda la rabia contenida.?
¿Alguno acaba de descubrir que su hijo, el primogénito, nunca asiste a sus clases en el CGH y que, por contras, acabó de narco-dependiente? ¿A la noticia trató de sobreponerse con comaladas de Prozac, pero el tal como si nada? ¿Busca otro fármaco que le alivie esa tensión insoportable.?

¿Quizá entre ustedes hay alguien de los tantísimos desdichados que acaban de descubrir cómo la amantísima, en quien guardaban todas sus complacencias, los engaña con el consabido compadre, el amigo o el jefe de la oficina que mejor nunca se hubiese enterado, porque ojos que no ven, etcétera? ¿Al descubrirlo descubrió que no tiene valor para «lavar la afrenta al honor», y entonces apeló al Prozac, pero infructuosamente, por más que en su pecho la rabia y el furor se desbordan, desbozalados? ¿Como no le sentó el Prozac intenta amansar la iracundia con tecitos de cuasia y cuachalalá? Quizá yo, más allá de la conducta de su honesta consorte, le tenga el remedio. A ver.

Si usted o usted, por desdicha; si alguno de ustedes ha sido víctima de Fox, de Publi XIII, de esos crudelísimos agiotistas que son los funcionarios bancarios o del sancho que alegra el corazoncito de la amantísima y sobrevive apenas, a penas, con un desparramadero de bilis negra, y anda buscando el desquite, o no tiene el capital económico para apelar la desmesura del psico-terapeuta que, como las del tacón dorado, va a cobrarle por hora, y usted pone lo del diván; si alguno de ésos creo tener la medicina contra tales hervores de frustración, rabia impotente e impulsos destructivos que el Prozac no logró amansar. Aquí, la solución que propongo a todos ustedes, iracundos y rencorosos sin maneras de desquite:

Consíganse un espacio en la radio, la prensa escrita o, mejor todavía, en la televisión. ¿Que eso es, de hecho, imposible? Agénciese un equipo de sonido, un magnavoz que luego acoplen al techo de la cucaracheta, o con el equipo a cuestas acérquense a la cola del cine, del fútbol, del metrobús. ¿Que ni para eso alcanzan sus finanzas? Entonces a grito abierto y a todo pulmón.

– «¡Mueran los de la APPO de Oaxaca! ¡Bala contra los revoltosos! ¡Cárcel a los maestros paristas! ¡López Obrador, un presidente patito! ¡Su gabinete presidencial, un gabinete patito! ¡Su desfile del 20 de noviembre, un desfile patito! ¡Viva Calderón..!» Verán que el furor se va apaciguando, y…

Mis valedores, ahí fue. El de la barbita de candado (¡y lo aplaudieron!):
– Oiga, no, tampoco. Yo soy uno de los adoloridos (no el de los cuernos, conste), ¿pero insinúa usted que me acelere, salga a buscar a la gente y con ella haga de gorra y por propia iniciativa la campaña manipuladora que de alquilones y cobrando en dólares «perpetran» los Dórigas del periodismo? Tampoco, o sea.. (Válgame.)

Un comentario en “Cuando el Prozac ya no…”

  1. así es valedor, el rey ha muerto viva el rey, calderón será el nuevo sol que nos alumbrará el camino sexenal y aún más allá llegará su resplandor al 2030. Se ha abierto la gloria, no más desvelos, no más angustias no hay necesidad de drogas psicoactivas ni mucho menos de aprendices de brujo con título de médico a quien acudir..

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