Aquí me tiene su buena merced, sumido en la desdicha. Viejo soy, y plagado de achaques. Mis ojos están ciegos y yo vivo mis días postreros en cautiverio, con esta casa por cárcel, que así suele responder el oscurantismo prepotente a las luces del saber. Pero permítame que le explique, mi señor…
Italiano soy, nacido en Pisa allá por 1564. Por mor de mis hartos estudios (Física, Matemáticas, Astronomía) me fue dado aportar al acervo del conocimiento humano ciertos descubrimientos de alguna valía ¿Mi nombre? Lo habrá colegido: Galileo Galilei su siervo, mi señor.
Ha de saber su merced que en la Universidad de Pisa, donde llevé a cabo estudios superiores, predominaba el aprendizaje basado en la Filosofía y la Física del bueno de Aristóteles. La enseñanza de la Astronomía se fundamentaba por eso mismo, en el sistema geocéntrico, modificado apenas (siglo II) por Tolomeo. De todas formas, ya en el XVI cierto astrónomo polaco, Nicolás Copérnico, había expuesto la teoría de un sistema heliocéntrico, que inmovilizaba al Sol en la medianía del cosmos, con los planetas girándole en derredor (¿no lo estaré aburriendo? Sigo, pues).
Yo, señor mío, no cometí más desaguisado contra el oscurantismo fanático que formular este dicho: nuestra desdichada Tierra es esférica y gira constantemente en derredor del Sol. (Se me ha ordenado que abjure de tan insigne «herejía», de modo que, mi señor, téngala por no dicha)
Una cosa he de aclarar: hasta mi caída en desgracia yo había sido un hombre de pro y colmado de toda suerte de honores, ya que se me dio que viniese a descubrir la medición del tiempo por la vía del péndulo, y algunas otras cosillas tales como el perfeccionamiento del telescopio, la creación del microscopio y ciertos instrumentos matemáticos. Quiero decir: hasta haber alzado la escandalera de la Tierra móvil, vuestro siervo fue hombre de honras y reconocimiento. A fiarse de tales galas…
Ha de saber vuecencia que en 1613 ciertos descubrimientos celestes -la arribazón de las estrellas- que demostraban la veracidad del sistema copernicano, me impulsaron a manifestar por escrito mis ideas en torno al movimiento de la Tierra, y tiempo después de dar a luz a mi Diálogo sobre los dos Sistemas Máximos del Mundo. No lo hubiese hecho, mi señor: ¡el escándalo…!
La escandalera entre los tonsurados, sí. Ordenóseme marchar hasta Roma, donde se me redujo a proceso para al punto condenarme a la abjuración de mi «herejía» contra la doctrina de las Santas Escrituras, y luego a confinamiento carcelario, loado sea Dios...
Aquí me tiene vuestra merced, con esta casa por cárcel; ciego, anciano y colmado de achaques, después de que Roma hízome abjurar de mi «herejía» máxima que la Tierra es redonda y se mueve en derredor del Sol…
Mi señor: vuestro caso es patético, con perdón, porque muy mucho se equipara al del siervo de su buena merced. La pena vuestra es más ruda que la mía se pudiese decir. Yo recibo castigo ya siendo anciano y en mi actual condición ciego;para ciego, a vos algo os falta, pero para anciano un gran trecho, y estáis todavía en habilidad y disposición de realizar hartas hazañas en vuestro oficio (que no critico). Sin embargo, a la hora que leáis la presente quizá os van a flaquear, me refiero a las corvas. Mi señor…
Os diré lo que taimados e «institucionales» (castrados, vale decir) mañosamente os ocultan eso que se viven diciendo en la tenebra para negarlo a la luz, manga de hipócritas. Mi señor: ya escamotearon presencia y acciones de vuestro adversario. Ya bajo consigna real, rebajaron el perfil del que teméis o deberíais temer, que Madre Natura le dotó de carisma y todo lo demás que a vos, de forma avara os ha escamoteado, hasta el grado de dejaros en la viva imagen de la aplastante mediocridad. Esos ya fingen (a lo convenenciero porque intentan bien serviros, quedar bien con vos y que de ellos os acordéis cuando estéis en vuestro reino); ya fingen, repito que en fantasmón que os retira en sueño y os atrae las pesadillas ha dejado de existir, y aun amordazan a los que se resisten a darlo por muerto. Pero, mi señor…
No por meteros más susto y zozobras de los que ya a estas horas os mantienen insomne y marchitan esos tristes ojillos que pistojean en la redondez de vuestros rotundos mofletes, sino por que no hagáis mucho aprecio de quienes os escamotean la realidad; ésos, besando la cruz, os juran que vuestra pesadilla ya dejó de existir, que por el fantasmón no penéis más, que se desinfló, que ha quedado muerto, inmóvil, engarrotado. Pero no, que en contra de los tales, mi señor presidente electo, siendo decíroslo, pero de esta no me desdigo, tope en lo que topare: él, sin embargo, se mueve. El Peje, sí, pues cuál otro. Ese mero. (En fin.)
el sistema espera que la oposición al «presidente electo» muera por inanición, no podemos dejar en la imagen y personalidad de un solo hombre la lucha contra el fraude, debemos formar parte de la resistencia civil y del boicot a las empresas coludidas, informarnos a traves de la «otra tele» y sobre todo: ser activista no conformista.
De encierros y blindaje saber mejor que nadie el chapelena (chaparrito, peloncito, de lentes, alcohólico); y lo que le falta: el tanto de seis años y un mes. En tanto que el «aborrecible» Peje, ora si que se mueve como pez en el agua. Conforme se acerca la infausta fecha de toma de posesión (1 de diciembre), los sepulcros blanquiazules no hallan donde hacer la ceremonia, que ya empieza a oler a sainete y aquelarre. «E pur si muove», que traducido a buen castellano del Siglo de Oro de la Literatura Española es igual a «está vivito y coleando» ¿Me estás oyendo inútil?…