Asumir es vivir. Delegar es morir.

El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco (…) En los caminos yacen los dardos rotos, los cabellos están esparcidos, destechadas están las casas, enrojecidos tienen sus muros, gusanos pululan por calles y plazas, y en las paredes están salpicados los sesos…

Así se duelen los meshicas en la Visión de los vencidos, y así seguiremos doliéndonos los mestizos mientras, renuentes a asumir, continuemos delegando en el Poder, nuestro enemigo histórico. Pero en fin, que aparentemente, la noche de Tlatelolco quedó atrás. Aparentemente. Y a fin de cuentas, ¿qué fue lo que realmente ocurrió en la masacre del 68? ¿Comisión de la Verdad? ¿Cuál comisión, si esa fue otra de los innumerables compromisos del Fox candidato que el Fox des-presidente se iba a encargar de violar? En el futuro, ¿se llegará a conocer algún día la verdad sobre la atroz carnicería perpetrada por los autores intelectuales, Díaz Hordas y Echeverría, en la larguísima noche de Tlatelolco? Mis valedores…

Va aquí un somero análisis de la masacre, con algunos de sus antecedentes y repercusiones posibles, según revelaciones que antes de su muerte hizo el secretario de la Defensa Nacional en 1968, general Marcelino García Barragán, a su hijo Javier García Paniagua, recogidas por el periodista Julio Scherer en su obra Parte de guerra, Tlatelolco 68:

«Los habitantes de Tlatelolco estaban predispuestos contra el gobierno, en primer lugar por las repetidas veces que terroristas habían ametrallado la Vocacional 7, poniendo en peligro la vida de los habitantes de dicha unidad. Esos terroristas eran oficiales del Estado Mayor Presidencial (subrayado mío), que recibieron entrenamiento para este tipo de actos, concebidos y ordenados por el entonces jefe del Estado Mayor Presidencial, el General Luis Gutiérrez Oropeza. Para ello, es obvio, el entonces coronel se brincó la autoridad del superior inmediato porque recibió la orden directamente del jefe supremo del ejército, el presidente del país…»

Que los susodichos dispararon también contra las fuerzas del ejército. El entonces coronel y más tarde General Gutiérrez Oropeza, por su parte, también escribió el correspondiente libro de memorias, que tituló: Gustavo Díaz Ordaz. El hombre. El político. El gobernante, donde asienta la consigna que, dice, recibió directamente del matarife de Tlatelolco:

«Coronel, si en el desempeño de sus funciones tiene usted que violar la Constitución, no me consulte, porque yo, el Presidente, nunca le autorizaré a que la viole; pero si se trata de la seguridad de México o de la vida de mis familiares, coronel, viólela. Pero donde yo me entere, yo, el Presidente, lo corro y lo proceso, pero su amigo Gustavo Díaz Ordaz, le vivirá agradecido…»

Y como para leer entre líneas, mis valedores, y sacar conclusiones, esta aseveración de García Barragán, consignada en el libro de referencia:

«Entre las siete y las ocho de la noche del 2 de octubre, recibí una llamada telefónica de Gutiérrez Oropeza: Mi General, yo establecí oficiales armados con metralletas para que dispararan sobre los estudiantes, todos alcanzaron a salir de donde estaban, sólo quedan dos que no pudieron hacerlo, están vestidos de paisano, temo por sus vidas. ¿No quiere usted ordenar que se les respete…?»

Yo, leyendo lo anterior, me afirmo en lo que he repetido ante ustedes: la historia, mis valedores; la historia no es eso que enseñan los libros de historia. La historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor. Tlatelolco…

Y ahora, con sus antecedentes y su secuencia de guerra sucia con nuevos e interminables hechos de sangre, la tesis de mi maestro sobre los sucesos de Tlatelolco, en la recopilación de la célula Cuautitlán de nuestra Coordinación Ciudadana. Transcribo, respetando su sintaxis:

El movimiento social del 68 es la explosión social de amplios sectores de la población que se congregan para romper una cultura autoritaria y opresiva que dominaba el cuerpo social y que tenía su expresión en las formas políticas de gobernar.

Desde la presidencia y todas sus estructuras, hasta las escuelas, fábricas, campo, se regían por aquella regla inamovible que es el principio de autoridad. Era tan poderoso semejante principio, que la cotidianidad de la vida hacía sus estragos en el seno de la familia misma. Múltiples experiencias nacionales como las huelgas y los movimientos en todo el país, así como grandes acontecimientos en el extranjero: revolución cubana, revoluciones en África, movimientos en EU., intentos revolucionarios en Centro y Sudamérica, el estremecimiento europeo, etc., impactaron profundamente la conciencia de las vanguardias en nuestro país. (Seguiré con el tema)

 

En el programa pasado de Domingo Seis(1 de octubre) el maestro Mojarro leyó algunos parrafos del texto ??En busca del 68? de Héctor Gómora, aquí está el libro completo en formato html:

 En busca del 68

Y en versión PDF lo pueden descargar desde acá (clic derecho y guardar como, se abre con Acrobat Reader)

En busca del 68

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