¿Logrero yo? ¿Arribista, oportunista, convenenciero? Como me juzguen los malpensados, sin cuidado me tiene. Yo soy como soy, y nadie me quita de la sesera que dentro del equipo del candidato perdedor mucho hubiera podido hacer por mi patria. De eso yo estoy seguro, y me basta, y que los maliciosos murmuren. Sí, nunca lo he negado, yo me entrevisté con él y le ofrecí mis servicios, pero no fui yo quien pegó el reculón, sino el propio candidato, quién lo creyera, tan íntegro que parecía a ojos de sus votantes. Pero caras vemos, reculones no sabemos, jura el Kama Sutra…
Cuando aún se pensaba que el candidato perdidoso sería el indicado para encaramarse en Los Pinos yo de inmediato fui y me apersoné con él, y me le ofrecí para lo que a su criterio y buena voluntad quisiera ofrecerme. Esfuerzo, conocimientos y experiencia los ponía a su disposición para alguna de las tantas áreas en que juzgase que me podría desempeñar; se abren tantísimas posibilidades para el candidato que se tercia al pecho la banda presidencial…
De todas formas yo, que conozco mis alcances, al candidato me le propuse para el área de la cultura. ¿Que para ese puesto no doy el «perfil»? Si el José Luis Borgues de la cultura delegó esa responsabilidad en una locutora como Sari Bermúdez, casi tan zafia, inculta, temeraria y antipática como, la Gran Rabina Tagore, ¿por qué yo no hubiese podido incursionar en esa área pantanosa y resbaladiza donde la locutora metida a promotora cultural se ha pegado tantos nalgazos, dicho esto en estricto sentido metafórico..?
Sí, por supuesto, estoy consciente de que en el campo de la cultura hubiese tenido que tratar con toda suerte de bicharajos intelectuales, tanto los independientes, que se conforman con una beca de por vida, como los intelectuales orgánicos, ellos siempre inorgánicos, especímenes cuyo apetito no se sacia con la beca vitalicia y demás prerrogativas propias de su sexo, sino que le reclaman, por añadidura, su periódica ración de estrellitas en la frente y de protagonismo en las primeras planas. Desde que Octavio Paz, con su muerte, dejó el campo libre a semejantes intelectuales de medio pelo…
En fin, que yo a pie firme hubiese afrontado el clamor de los tales, que en mí y si sostenido se viven entonando a coro el sonsonete aquel:
Bécame- bécame mucho- como si fuera esta beca la última vez…
Pues sí, pero lástima: mis propósitos no pasaron de buenas intenciones, y eso es lo que me entristece, que el plan se haya quedado en un buen intento y yo me haya quedado con todas mis ganas de servir al país. Y qué hacer. El candidato perdió, perdí yo, perdió la patria. Un perdidero…
De todas formas y aunque de manera extemporánea, yo me agrego al oportuno, estratégico reculón del perdedor, y a las suyas añado las mías para ir a dárselas, mis felicitaciones, al triunfador (iba a decir: uno chaparrito, peloncito, jetoncito, de lentes, pero eso sería golpear mi futuro económico), y desde aquí uno mi voz a las del perdedor, al que de plano le negaron el reconocimiento a sus votos, o ahora no iríamos a darlas al de Acción Nacional, sino a esperar que fuese él quien a lo efusivo viniera a dárnoslas. En fin; una vez que ha pegado semejante reculón, desde aquí digo al perdedor:
¿Me permite acompañarlo? De lo perdido lo que aparezca, reza el lugar común, y acompañados, entre ambos nos daríamos valor y a valer. Porque ustedes, mis valedores, me la van a perdonar, pero hay que ser prácticos y realistas, y del incendio salvar lo que se pueda, y en el naufragio aferrarnos al tablón (uno chaparrito, jetoncito, etc.) Porque el dicharajo es categórico: lo último que se pierde no es el honor sino la esperanza, y para mí, como para el candidato perdedor, aún pudiese parársenos y enderezarse (parase el águila y enderezarse el navio), y que el señor presidente electo (uno chaparrito, etc.) accediera a recibirnos, escuchar mi proyecto cultural y darme acceso al presupuesto. Entonces sí, al son de la buena vida a echar carnes, como la Bermúdez. Me veo allá arriba y esta especie de orgasmo mental.
Porque de que se cuenten los votos ya cuál esperanza. Que se reconozca al candidato, menos todavía. Hoy, de esta hecha, no queda más que arrimarse al triunfador y bracear para no ahogarse. Mis valedores:
Si alguno de ustedes, por cuestión de una discreta diarreíta o un zafón de cóccix, tiene alguna suerte de diálogo con el candidato perdedor, dígale que ahora que anda en campaña para congraciarse con el electo (uno chaparr… etc.) no me olvide Que para mí él, como presidente del país, hubiese resultado magnífico. Y cómo no, si el doctor Simi sería un presidente similar. Similar a Fox, imagínense. Similar, pero más barato, y que de «primera dama» nos habría enjaretado una joven, bella, sensual y menos inculta, zafia y derrochadora. Sin hijos. ¿Se imaginan? (En fin.)
Soy otro recul..(ero?).. eh.. reculante personaje. Es de sabios dar un reculón de vez en cuando, sobre todo cuando el agua nos está llegan.. glup..do al…glup… cuello.
DaVinci