El Ave Fénix

Extraída de algún relato extranjero, aquí una apretada síntesis de la historia del Ave Fénix. La moraleja, a cargo de ustedes.

Aconteció que cierto empresario de nombre Poldero negociaba con un zoológico donde se exhibía, a tanto más cuanto la entrada, ejemplares del reino animal procedente de todos los puntos de la rosa. Ninguno, por más exótico, parecía faltar. Pero no, que uno se echaba de menos, y el empresario se dolía:

– El zoológico no cuenta con el Ave Fénix. Tengo que conseguirlo. He de viajar hasta donde habita y traerlo, y exhibirlo con el resto de los animales.

Y sí, tanto rastreó Poldero ignotas regiones, que dio con el Ave Fénix, lo capturó, regresó con él y lo instaló en una jaula especial. Y ahora sí, a exhibirlo con un módico sobreprecio. El zoológico, por fin, estaba completo. Qué bien.

¿Qué bien? Eso sólo al principio, porque los visitantes, acostumbrados a admirar tigres, orangutanes y al cocodrilo que se tragó a una nativa isleña, terminaron por aburrirse de un pajarraco gentil y apacible que nada tenía de extraordinario. ¿El Fénix? Bah. Poldero, entonces (tomar nota):

– A cambiar ese pajarraco por alguno cuya fama de sangre y muerte atraiga a los visitantes. Un Fénix que sea rudo, fiero, espectacular.

– Imposible, lo desengañó el administrador.» Este es el único ejemplar que existe en el mundo. El Fénix no tiene pareja ni descendencia. Ã?l mismo, al llegar a viejo, se prende fuego para emerger renacido.

– Conque esas tenemos. A envejecerlo, pues. A iniciar de inmediato el proceso, ¡y espero que renazca como ave guerrera.!

Entonces (fijaros bien) Poldero le disminuyó a la mitad su ración de comida y después a la cuarta parte, pero el ave no envejecía Le suprimió la calefacción, sin resultado. Le atascó la jaula con pájaros belicosos, que a lo sañudo lo agredían a picotazos, y nada el Fénix todo lo soportaba en silencio. Poldero, impaciente, le introdujo en la jaula una runfla de gatos de callejón. El Fénix voló sobre sus cabezas y sacudía las alas; unas alas doradas, esplendorosas. Dio entonces en colocársele enfrente, y lo vituperaba El Fénix, impávido. Poldero, entonces, al administrador:

– Investiga todo lo referente al hábitat del animalejo.

Que el Ave Fénix vive en el clima seco, descubrió el administrador.

«¡Ajá!» Poldero encerró al Fénix en una pequeña jaula con regadera en el techo, y a bañarlo noche por noche. El ave empezó a toser…

– ¡Eureka lo envejecí! ¡No tardará en prenderse fuego..!

Y rápido, la campaña de publicidad: «¡El Ave Fénix a punto de incinerarse! ¡Se invita a todos a presenciar el maravilloso espectáculo!» Entonces, para que el Fénix acelere el proceso y arda en vivas llamas, a atiborrarle la jaula de malolientes haces de paja y alambres de púas. ¡Rápido..!

Por fin. La hora había sonado. Cierto día (¿van ustedes tomando nota?), el Fénix comenzó a revolver la paja Poldero se apresuró a firmar un contrato por los derechos de radio, cine y televisión. Y comenzaron los preparativos, y…

La fecha llegó. Al imperativo de la ganancia económica Poldero había estado excitando la curiosidad y el morbo de los asiduos al zoológico con el anuncio machacón del prodigioso renacimiento del Ave Fénix. Y el día llegó. El gigantesco auditorio donde se montó el espectáculo, atiborrado. En la jaula luces, cámaras, micrófonos. Desde un altavoz el anuncio del espectáculo que estaba por ocurrir frente a aquel público morboso, expectante:

– ¡El Ave Fénix, distinguidos visitantes, comienza los preparativos de su rejuvenecimiento!

¡Ante nuestros ojos va a renacer, según su ritual exótico..!

Un manojo de ramas y virutas perfumadas se introdujo en la jaula «¡Contémplenlo ustedes, distinguidos visitantes!» Poldero, a todo volumen. «¡El Ave Fénix se dispone a rejuvenecer! ¡Todos tendremos el privilegio de contemplar la ceremonia inmortal! ¡Ya comienza distinguidos visitantes..!»

Un estremecimiento sacudió el opaco plumaje. El Fénix movió la cabeza Tambaleante, descendió de su percha Con movimientos cansinos congrega virutas y ramas. ¡Activen cámaras de cine y TV! ¡Estallantes, las luces alumbren la jaula! Poldero, al volumen máximo:

– ¡Este es el momento que el mundo ha esperado con ansiedad! ¡La leyenda de siglos se materializa ante nuestros ojos! ¡El Ave Fénix..!»

El cual, anidado en su pira, pareció caer dormido, y ahí la desilusión de un público vicioso del morbo y la nota roja Y de súbito… (A tomar nota y dar con la moraleja o todo fue inútil.)

El Fénix se irguió, miró a Poldero, a la muchedumbre y… ¡el Ave Fénix y su pira estallaron en llamas! ¡El fuego abrasó el auditorio y en dos minutos todo quedó reducido a cenizas! ¡Miles y miles, perecieron en el incendio! Poldero, el primero de ellos. (Fox.)

3 opiniones en “El Ave Fénix”

  1. De tono Pelayo.
    justo momento en que se disponen a celebrar, en el fondo tratan de creer tal patrana -el gane del chaparrito de lentes y peloncito- suspiran y no les sale el grito de !viva! Felipillo y al ingrato le sale una risita…
    vale mi valedor.

  2. En su afán por dejar en la silla a como de lugar a Calderón , fox y compañía se llevan entre las patas no sólo el principio de equidad , sino el de legalidad y justicia.

  3. ¿despertará el México bronco? ¿quién recurda aquella cinta de «vino el remolino y nos alevantó»?

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