¡Helos, helos, por do vienen, atados codo con codo y entre la grita, la befa, el insulto y los amagos de linchamiento que mal contiene la fuerza pública! Reos de muerte son todos ellos, y ante una muchedumbre frenética son exhibidos en la altitud de esa plataforma que se alza en la medianía de la plaza pública, para luego ser conducidos a los postes del patíbulo y entre el clamoreo de la multitud quedar en ellos atados, con haces de leña apilados a sus pies. Leña verde. Véanlos todos. ¿Los reconocen ustedes?
Y cómo no los van a reconocer, víctimas como son de los tales. Véanlos ahí, el espanto chispándoles de sus cuencas sus ojos: son los rapaces arrancados a la impunidad y juzgados en tribuna popular por el nuevo gobierno, y encontrados culpables por el delito de lesa patria, y sentenciados, sentencia popular a ser quemados en la plaza pública ¡A quemarlos vivos! Helos ahí, a la espera de la sentencia Media mañana estallante de sol.
La muchedumbre contempla el abyecto muestrario de la corrupción de un gobierno que termina mal. Ahí, apergollado al poste, el demagogo que a falsas promesas alcanzó la cumbre, y con él «las y los» ventajistas de su familia, y con la familia la parentela, los validos, los amigos, la mafia, todos, cáfila de logreros y acomodaticios. «¡A quemarlos vivos…!»
El paisanaje se exalta a la vista del corrupto mayor, el vendepatrias adorador del gringo al que vivió culimpinado, que befó en su persona la investidura presidencial y encenagó como ninguno de sus antecesores la banda de los colores. Zafio, verborreico, frivolón, tan alto de físico como hueco del cerebro, y horro de vergüenzas en su nidal, que así se dejó manejar por faldillas al parejo de las cuales convirtió la sede del gobierno republicano en el reino de la baratija, la chabacanería y la pompa tropical y esperpéntica A quemarlo vivo, el clamor popular:
En el poste contiguo, ¿la ven? es la que seis años ofició de «pareja presidencial»: boato, derroche, arribismo, protagonismo. ¡Vamos, México!
He ahí al Manolo, mantecoso gordinflón que buen pasto será de las llamas. Observen con él a toda la parentela de tartufos emparentados con Macieles pedófilos, ricachones Caballeros de Colón, ultraderechistas yunqueros, el místico enemigo de obreros Carlos Abascal y los hedonistas Norberto Rivera y Onésimo Cepeda ¡A quemarlos vivos…!
A quemarlos vivos, clama la multitud. Porque a punta de iniquidades debilitaron a toda una nación; porque se vivieron pintándola color de rosa rosa mexicano, mientras le hipotecaban a la usura internacional y orillaban a las masas a la angustia, la necesidad, los amagos del estallido social. A arrasar con los tales, borrar sus rastros, a derramar sal sobre su memoria y luego a recomponer la heredad. ¡No merecen ya no digamos la palma del mártir; ni siquiera La Palma de Almoloya de Juárez! ¡A la quema! ¡Con leña verde!
Porque para las víctimas ha sonado la hora de la justicia Por eso es que campesinos e indígenas, desempleados e indocumentados, la mujer del hogar y el obrero mal pagado, qué redundancia con sus manos han tendido un cordón de pólvora desde la leña hasta acá, hasta la plataforma donde el juez, hachón en mano, aguarda las campanadas de las doce en punto del medio día La muchedumbre, un soterrado rumor. Y de súbito…
Ahí resonó la primera campanada y resuena la segunda, y la undécima, y ya va a sonar la hora de la verdad. Al reventar el último bronce el juez juntó hachón y mecha de pólvora, y la flama corrió por el cordón tirado a ras de tierra, baldosa, en dirección de los postes donde se agitan y contorsionan los condenados a las vivas llamas. La muchedumbre, el corazón en el gañote y la excitación en unas pupilas lumbrosas de sol. Pues sí, pero, ¿y eso? ¿Qué ha sido, quién fue el temerario insensato? Estupor.
Y es que de súbito aquella anciana (más tarde se conocería que habita en la ciudad perdida de aquí a la vuelta) se desprendió de la multitud, y con trote cojitranto se adelanta, alcanza la flama y la pisotea hasta la extinción.
Silencio. Estupor. ¿Por qué apagó el fuego? ¿Quizá esa indigente, flacura y harapos, algo tiene que agradecer a los del patíbulo? Repuesto de la sorpresa se alza el juez: ¿Por qué? ¿Pero por qué? ¿Una damnificada de los Bribiesca, Sahagún, Fox y congéneres, apagando la flama?
Y fue entonces: la multitud, engarrotada en el silencio, escuchó la vocezuca de la anciana cascada voz:
– Sin pólvora, que no la merecen. ¡Esos nos quisieron embombillar (¿nos embombillaron?) a Feli-pillo y sus cómplices! Sin pólvora A fuego manso. Y no tan deprisa ¡Volvamos a comenzar…!
La referencia que me sugirió la escenilla imaginaba, en la vieja publicación, el juicio de Hitler y la mafia (Fox.)
si valedor, y además nos están enjaretando seis años más de lo mismo
Estimado valedor creo que sus fabulillas son muy explicativas, como usted dice la historia se repite una vez mas, los pobres de espíritu que somos la gran mayoría nos dejamos envolver en el nuevo espectaculo televisivo que es la «politiquería » este comentario lo hago en alusión a la fabulilla anterior en la cual creo interpretar que debe privar entre nosotros la acción organizada (fregarlos por donde mas les duele que es la lana) y dejarnos de provocaciones que el estado esta lanzando para legitimar al peloncillo chaparrin .
Es por eso que en particular quiero pasar a la
accción y como primera medida que estoy tomando es el no comprar ningún artículo que se anuncie en televisión y convencer a mi círculo mas cercano a que siga mi ejemplo si esto lo hicieramos díez millones de mexicanos en un solo día no me imagino que podríamos conseguir pero este es un sueño guajiro por el que debo seguir trabajando.
La parte crucial es:!Esos nos quisieron embombillar (¿nos embobillaron?)al Feli-PILLO. ¿En verdad pasaremos otros seis años de oscurantismo? ¿mas negocios familiares al amparo del poder? ¿los secretarios de estado seguirán oficiando misa? ¿Fecal besándoselo, el anillo, al Gran Inquisidor? ¿México como la Diana Cazadora: con las nalgas al norte y no sabiendo a que le tira? Ahora como nunca a organizarnos.