Don Quijote de la Mancha, mis valedores, espejo y flor de la andante caballería ¿Lo habrá leído alguna de ustedes? ¿Recordará el episodio del gañán Juan Haldudo y su criado Andresillo? Lo cuenta Cervantes:
«La del Alba sería cuando don Quijote salió de la venta tan contento, tan gallardo, tal alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo». Y cómo no andar contento, si la noche anterior y en regocijante parodia de solemne ritual un ventrudo ventero y una ilustre fregona con sus ribetes de putancona le dieron el espaldarazo en la orden de la andante caballería, renegrido humor de Cervantes…
Los rosados dedos de la aurora se insinuaban apenas en el oriente cuando ya el de la Triste Figura se echaba al camino y, anchos los campos de Castilla, ahí va al paso de Rocinante, venteando el rastro de huérfanos, viudas y demás desvalidos a quienes acorrer. Y ocurrió que el de lanza en astillero y adarga antigua no había avanzado gran trecho cuando ahí no más, en el bosquecillo, tan plañideros lamentos. Ahí se yergue el de la Triste Figura, infla el pecho y clama a toda voz:
– ¡Gracias doy a los cielos por la merced que me otorga, pues tan presto me pone en ocasión de cumplir los deberes de la andante caballería..!
Rumbo a los lloros picó espuelas a Rocinante, y de súbito ahí, en el claro del bosque, atado a una encina y desnudo de cintura arriba un muchachejo dolíase a los varazos que en viva pelleja le planta un gañán.
– ¡Alto, rufián mal nacido! ¿Por qué así castigas las carnes de ese infeliz?
Válgame El villano, a la vista del lanzón, detiene la vara, y dulcificando la voz y aún insinuando una sonrisa
– Sosiégate, caballero, y dígnate a escuchar. Juan Haldudo es mi nombre, y el de éste, Andrés, que me pastorea un hatajo de cabros. Tan descuidado me ha resultado, que el muy cabro añejón a cada rato me llega con un chivo de menos. Yo, por bien educarlo, con la mejor intención le plano los lomos.
-.¡Miente, señor caballero! Lo cierto es que aquí mi patrón me debe ya varios meses de sueldo, y esta es su respuesta porque le cobro la deuda
– ¡Y en mis barbas no mientas, o con mi lanza te paso de parte a parte..!
Total, que mi Don Quijote le mandó desatase a su víctima, lo llevase a casa a curarle las mataduras, y de inmediato le diera el monto del débito.
– ¡Y ay de ti, villano, si osas desobedecer a uno de la andante caballería!
Juró cumplirlo el gañán. Lo jurado, jurado. Y ocurrió que el justiciero salió del bosque y al cielo elevó sus ojos: «¡Bien te puedes llamar dichosa, ¡oh sobre las bellas bella Dulcinea del Toboso, pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido a toda tu voluntad a un valiente caballero como lo es y será don Quijote de la Mancha (…) que han quitado el látigo de la mano a aquel despiadado enemigo que tan sin razón vapuleaba a aquel desdichado infante..!»
Y el loco seguía con su soliloquio: Yo seguiré luchando por una migración segura, ordenada y con respeto a los derechos humanos. Con el presidente Bush seguiré trabajando para que nuestros paisanos puedan vivir con dignidad junto a su familia…!»
(Tal dijo el viernes, 9 de junio en Hermosillo, Sonora, un cierto Don Quijote de esperpento y pacotilla Y se lo creyó, el muy prozódico, pa su…)
¿El gañán Bush, mientras tanto? Ya que el justiciero saliera del bosque el muy mal-alma se pepenó al Andresillo de acá de este lado: «Venid acá, «hispano grizzly, frijolero del sur. Os quiero pagar lo que os debo, pero por lo mucho que os quiero, voy a acrecentar la deuda para acrecentar la paga.»
Y ocurrió que el gañán Bush Haldudo, asiendo del brazo al Andresillo indocumentado, le tornó a atar a la encina y le acomodó tal ración de varazos que lo dejó por muerto: «Ciudadanía, residencia legal? Ahí te van unos miles de soldados recién llegados de Irak Armas largas». Y al recordar la reciente disputa «¡Hijo disputa, qué tal os sabe la paga! Y ahora llamad en ayuda vuestra al Quijote balín y prozaico, loco que se imagina desfacedor de entuertos, mediocre vil, verborreico! ¿Qué esperáis, Andresillo? ¡Llamad a Fox, y que de paso se traiga a Sancho Derbez y hasta a la Dulcinea Sahagún, madre de cabros Bribiescas! Ya veréis que este entuerto no os lo deshace por más hondo que se ande exhibiendo como protector de indocumentados…!»
Y tíznale, retazo va y varejonazo viene contra el indefenso indocumentado. ¿El quijote prozaico, entretanto? Ese, en campaña política (ancho es el campo de Castilla), clamando, en su pastillosa locura
– ¡Oh entre todas dichosa, Dulcinea Sahagún, pues que pariste unos hijos que a tu ejemplo son modelo de honradez. Yo, flor y espejo de honestidad, vigilo para que nunca se empañen las virtudes de los Fox, Bribiesca y Sahagún.
Espléndido. (Fox.)
Dulcinea…pues a fe mía que parece más una labriega Don Que hijote.
Cierto es que lo hemos leído, de tan hermosa novela se pueden asemejar personajes, pillos, locos, gañanes y demás pero yo me quedo en esta ocasión con Sancho Panza (Secretario de Educación Pública) como el claro ejemplo de un Sancho moderno viajando por la campiña Española sin entender nada en lo absoluto de la locura de su amigo Don Quijote de las Botas Fox.