Sorprendidos ante el reclamo, los contertulios hincaron los ojos en el maestro. Y qué alivio en mis tÃmpanos, porque la tertulia se habÃa tornado gallera, palenque, herradero donde todos discutÃan con todos, disentÃan con todos, con todos se contrapunteaban en plena polémica. ¿Los temas? Lógico: el fútbol, el debate de los candidatos, las protestas de maestros, y Atenco, (tortura, sadismo, violación). «Un minuto de silencio, por favor».
â??Ah, jijos, ¿pues quién se murió? â??El SÃquiri, y el maestro.
â??Este pequeño universo de la tertulia representa al universo total del género humano. De México, concretamente.
Muy cierto: fanática de AMLO, la tÃa Conchis polemizaba con La Maconda, adoradora de Fe-Cal y Diego el barbón, y yo con mi primo el Jerásimo, amador sin fortuna del Revolucionario Ins., que a tanto amor le ha respondido a Madrazos. El SÃquiri, admirador de Cuauhtémoc (Blanco), se contrapunteaba con el juguero, adicto a La Volpe. Y que se Atenco, alegaba don Tintoreto, y que si las protestas de los maestros, La Lichona. Festejo fiel del paÃs, la tertulia. El maestro:
«Quiero contarles un cuento».
Válgame, ¿un qué? ¿Un cuento? ¿Uno más, después de los que nos recetaron en el pasado «debate»? De ganchete nos miramos unos a otros.
Silencia El maestro: «Pancho Papadas, su tÃtulo. Ocurrió que al pueblo aquel llegó cierto dÃa un cilindrero), y el máistro Delfino cuetero de profesión: «¡Te doy un tostón por tu mono!». «Tres pesos y el mono es suyo».
Sólo un tostón entregó el máistro y cargó con el animalito. Todo fue verlo llegar, y los chamacos: «¡Miren, mi papá compró un huasteco! ¡Préstenlo acá, pa quemarle un buscapiés o una sarta de saltapericos!»
De ahà en adelante, el infierno para el infeliz. Los guarosos le tronaban cohetes y le amarraban a la cola mechas ardiendo. «¡Y ora a aventarlo a las tinas fermentadas. ¡Y cómo hace górgoros. ¡Se va a poner bien pando, como mi papá! ¡Ora de clavado, pa’ que se hogue…!»
Ahogándose, el mono alcanzaba el borde de la tina, y adentro, otra vez.
«Pa que te llenes la panza!» El animalejo se quedó ñengo, trasijado, el pobrÃn. Medio muerto, algo le sucedió, como que no quedó en sus cabales, como que apenitas aguantaba la vida, como que ya todo le daba igual. Las manos sobre la cabeza, pelaba los ojillos y se la pasaba en algún rincón, mirando. «A rellenarle las tripas de pólvora, pa que truene!»
Aquel dÃa, desdichadÃsimo para el desastrado carcaje, de pelos y huesos descoyuntados, ¿pues no se les ocurrió a los bellacos meterle un chicloso entre las muelas y un chile de este tamaño por el cicirisco? HabÃa que ver al huasteco dando maromas, sin saber a cuál tapón atender primero.
â??¡Ora a darle toques eléctricos! ¡MÃrenlo cómo se tuerce y retuerce..!
Asà fue a sorprenderlos aquel dÃa el máistro Delfino, al llegar de la calle. «¡Suelten ese animal y a trabajar, güevones, que hay muchos pedidos para las fiestas de la iglesia!»
Trabajaron hasta cebarle el nitro al barril, y entonces: «¡Tengan cuidado al moler la pólvora, brutos! ¿No ven que el barril ya tiene nitro? ¡Pónganle la señal caraeso!»
Le pusieron, de señal, una tira de hilacho blanco, y toda la runfla a la cocina, a comer.
Solo y su alma se quedó, en el taller, bolita de sufridero, el huasteca Asà estuvo sin moverse, montoncito de pelos y huesos, nomás mirando.
Sombra ya de sà mismo, algo miraba sin pistojear; inmóvil, a piense y piense.
De súbito se enderezó, se rascó las costillas, se dejó ir hacia el barril de pólvora, le desenredó la tirita de hilacho y con ella se alejó hasta el corral vecino y se trepó a la más alta rama del guamúchil Al rato, luego de la comida, toda la sarta de bergantes entró al taller pa’ seguir chambeando. El máistro Delfino como no vio ninguna señal en la manivela del barril, se fue a darle vuelta con todas sus ganas. «¡Ni siquiera el nitro le han puesto, güevones!» â??Y güevones fue lo último que dijo, porque…
¡Brrumm!, en mil pedazos el cohetero y su mundo. «¿Moraleja, contertulios?» Nos vimos unos a otros. «SÃ, miren: al pobre bruto los brutos lo habÃan hartado a maltratos. Su estado de derecho se lo tornaron estado de derecha, y por la trasera habÃanle embombillado pobreza, injusticia, desempleo, deuda externa y Fobaproa, promesas siempre incumplidas y entrega de sus recursos naturales al gringo rapaz. Pero a base de sufrir, padecer y agachar la testa, logró al fin el ejercicio de pensar: los coheteros no eran sus aliados, y por lo misma ¿Exigirles? ¿Forjarles mega-marchitas? ¿A sus enemigos? Qué estupidez. Ã?l no delegó en ellos. Ã?l asumió, y asÃ…
â??Es que era mono, no güey â??el juguero. Yo pensé en Marcos, en los maestros, en.. (México)
si valedor
surge la pregunta obligada
¿hasta cuando…? o mejor
¿hasta cuanto…?
Y al pobre pueblo mexicano los del poder también le han embombillado parentela incomoda: cónyuges, hijastros, cuñados; apátridas todos; engendrillos de la misma naturaleza (muerta) blanquiazul. Que tanto es tantito. Nomás son seis años más. Mexico canta y aguanta. No nos falles «Tontin» Fonseca. Vamos por la gloria en Alemania 2006. !Goooooooooooooooooool!