Con ellos, ¡mamá va a aullar de alegría!
Así se anunció hace tiempo una tal: «Ferrioni Colection», que de regalo a la madrecita proponía pantimedias, sostenes y pantaletas. Y la fabulilla, sarcasmo y malicia, de Gíbran Jalil Gíbrán:
«Una mujer y su hija caminaban dormidas. Cierta noche, sonámbulas, se encontraron en su nebuloso jardín. Habló la madre, y dqo: «¡Al fin, al fin mi enemiga! ¡Tú que destruíste mi juventud y edificaste tu vida sobre las ruinas de la mía! ¡Ojalá pudiera matarte!» Y la hija habló: «¡Oh mujer odiosa, egoísta y vieja. ¡Estás entre mi y mi libertad! ¡Quisieras que mi vida fuese un eco de tu marchita vida! ¡Ojalá estuvieses muerta!»
En ese instante cantó un gallo, y ambas mujeres despertaron. La madre dijo dulcemente: «¿Eres tú, encanto?» Y la hija: «Si, madre querida».
Aquí, el siguiente juguetillo que ironiza sobre esa madre que los comerciantes ordenan festejar este día Quién me lo haya remitido, cuándo y cómo, no podría precisarlo, pero lo ofrezco a todos ustedes por que de alguna manera matice el nielcochoso lenguaje que impone la cultura popular cuando de la madrecita se trata, y que el comercio aprovecha para que ustedes, reblandecidas las más tiernas telillas del corazón, tropiecen y caigan en el consumismo feroz, y a su madrecita le testimonien todo su amor con el consabido regalo, uno al tamaño de nuestra veneración-Mis valedores…
¿Alguno de ustedes, en el desenfado de las líneas siguientes, podría reconocer, como yo mismo, el retrato hablado de aquellas nuestra madrecita de los viejos tiempos, qué tiempos aquellos, de nuestra niñez? Aquí, la jocunda versión, la traviesa visión de algún hijo de toda su madrecita
Lo que siempre necesité saber lo aprendí de mi madre:
Me enseñó a apreciar un trabajo bien hecho: «¡Si se van a matar, háganlo afuera! ¿Acaso no ven que acabo de terminar de limpiar..?»
Me enseñó Religión: «¡Reza para que esta mancha salga de la alfombra!»
Me enseñó a predecir el futuro: «Asegúrate de que estés usando ropa interior limpia y completa para el caso de que tengas un accidente».
Me enseñó Ironía: «Sigue llorando y mira yo ahora mismo te voy a dar una razón verdadera para llorar».
Me enseñó a ser ahorrativo: «¡Guarda esas condenadas lágrimas para cuando me muera y me estés velando de cuerpo presente!»
Me enseñó lo que es el sentido común: «Cierra la boca y come!»
Me enseñó contorsionismo: «¡Mira la suciedad que tienes en la nuca, sucio que no fueras! ¿Que cuál mugre? ¡Voltéate y , mírala, cochino!»
Me enseñó resistencia: «¡Te quedas sentado hasta que te comas todo!
Me enseñó meteorología: «¡Parece que un huracán pasó por tu cuarto!
Me enseñó el arte de la mesura: «¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!»
Supo enseñarme el ciclo de la vida: «¡Yo te traje a este mundo, y como te traje, a la hora que me parezca te puedo sacar de él!»
Me enseñó a modificar patrones de comportamiento: «¡Deja de actuar como tu padre! ¿No tienes un tantito así de vergüenza..?»
Me inició en el orgullo: «¡Hay millones de niños menos afortunados en este mundo que no tienen una mamá tan maravillosa como la tuya!»
Me enseñó el arte de la ventriloquia: «¿Por qué lo hiciste, granuja? ¡No me rezongues! ¡Cállate y contéstame! ¿Por qué lo hiciste?»
Me enseñó odontología: «Me vuelves a contestar y te estampo los dientes en la pared!»
Me enseñó rectitud: «¡Te voy a enderezar de un fregadazo bien puesto!»
Pero, mis valedores, póngamonos serios para escuchar los conceptos que de la madre y a siglos de distancia expresa ese monumento de la cultura ancestral de la India que es el Mokshadharma del Mohabharata:
«La madre es una suerte para cada uno en su miseria El que tiene madre tiene protectora, y está sin protectora quien no tiene madre. Aun cuando uno tiene hijos y nietos, cuando se acerca a su madre llega a ella como un niño de dos años, aunque tuviese ciento. Ya sea apto o incapaz, ya sea enfermizo o sano, siempre es la madre quien cuida al hijo, el que no tiene otra protectora es el orden natural. Cuando ha perdido a la madre, entonces es cuando el hombre ha envejecido, cuando está en la miseria y se halla solo en el mundo. No iguala a la madre ninguna sombra refrescante, ningún refugio iguala a la madre, ningún ampara iguala a la madre, nada la iguala en amor». Ella, Tula (Mi madre)
Podría decirse que el agradecimiento es un sentimiento natural en el ser humano , pero eso no sería del todo exacto y la existencia del día de la Madre lo evidencia ; mas como dice El Valedor el comercio apela a los sentimientos de culpa de los hijos para hacerlos comprar y me cae si no cae uno en el truco.