¿Qué opina de…?

Vicente Fox y los medios de condicionamiento de masas, mis valedores. Y a propósito, ¿no creen ustedes que vale la pena plantearse la interrogante que propone el analista, así sea para calcular el tamaño de esa sañuda manipulación que hoy por hoy, a estas horas y a todas horas, aplican Fox y los candidatos a sucederlo en Los Pinos? Sí, esa campaña de enajenación que ventosean contra unas masas inermes, tan dependientes cuanto irreflexivas, a las que Televisa y TV Azteca enfervorizan a lo artificioso como carne de cañón lo mismo para forzarlas a consumir todo eso que anuncian en el cinescopio con el pretexto del próximo campeonato futbolero que para hacerlas votar por un mediocre irremediable como Felipe Calderón, candidato de Marta, el hermano y los hijos de Marta. Triunfan, una vez más, los intereses del duopolio televisivo: las masas, al parecer, van siendo «convencidas» para que entreguen su voto, irreflexivo e irracional, al modelo neoliberal que beneficia a los grandes capitales. Mis valedores…

¿Mentira, verdad, los conceptos del estudioso? Toca a ustedes el veredicto: A los gobiernos «democráticos, la televisión les permite difundir su política por todo el país, a fin de legitimar el gobierno ante el pueblo, desinformándolo sobre errores politicos, para que permanezcan en el Poder los mismos partidos o se alternen en él unos y otros. De esta manera, un gobierno malo puede pasar por bueno gracias al monopolio político de los medios de condicionamiento de masas. Esto no es democrático…

«¡Porque si seguimos como vamos, mañana México será mejor que ayer…!»

Extranjero como es, ¿podría el analista calcular el monto de esas cifras estratosféricas que cada uno de nosotros, sociedad empobrecida por la claque política que rige el país, tiene que aportar (a querer o no) para las embusteras campañas de Fox, instituto electoral y candidatos presidenciales? ¿Podría calcular que la nuestra es una democracia electorera de las más costosas del mundo? Democracia electorera, que no electoral, porque unos candidatos del Sistema de poder intentan convencernos de que son «nuestros» candidatos, y esto a base de una diarrea multimillonaria entregada a la industria del periodismo. Este país…

Por cuanto a Fox: un estadista no instrumenta campañas de autoencomio en los «medios» (a lo inmoral, por lo que significa de engaño y despilfarro feroz de nuestros dineros públicos) para exaltar logros imaginarios en su administración, que la realidad objetiva y los gobernados tachan de embustes viles. Todo esto Fox, un industrial.

Porque el estadista, a diferencia del vendedor de aguas negras, es un político de nacimiento, de temple y vocación, un varón enterizo que se alza por encima de pasiones mostrencas de los mediocres, del juego y rejuego ruincejo de la verdulería y las pulsiones de cintura abajo, de esa halitosis que surge de los respingos de criadillas y regüeldos de hígados, y del lavadero y «la ropa tendida en el palacio nacional». Gobernante de todos y en los disensos mediador, el estadista es inaccesible a la estridencia los aspavientes y el ruiderío como a las imputaciones sesgadas y las alusiones y acusaciones veladas. Un estadista da la cara, un estadista saca la cara a favor de todos, nunca en contra de ninguno. El tiene el corazón ardiente, pero la cabeza fría, a la inversa del vendedor de aguas negras que al principio de su gobierno se definió, y siguió tan campante:

«El mío es un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios…»

No. Un estadista evita la verborrea hueca y deshilvanada como también los errores prosódicos, de coherencia, de lógica elemental, de sintaxis, de todo. El estadista nunca de los nuncas va a arrastrar por el suelo la altísima investidura presidencial ni a castrar los símbolos patrios para luego usarlos de trapeador. El nunca va a derrumbarse en esa compulsión manipuladora que tanto beneficia la economía de Televisa como perjudica la de todos nosotros:

«Mañana México será mejor que ayer…»

Y es que con los impuestos que todos pagamos Fox y los candidatos presidenciales monopolizan los servicios del cinescopio del duopolio, del duopolio del cinescopio, para enajenar el voto de las masas al tiempo que las excluyen del poder. «Pareciera que con todos sus votos el pueblo es el sujeto de todo, pero mientras el Estado lo sea todo y la sociedad nada, mientras el patrón decida y el obrero no participe en su empresa, la democracia prometida con palabras estará negada al pueblo, en los actos, manipulando la información como instrumento de dominación política y social…»

Y caígannos encima las encuestas de opinión, esa plaga que… (Mañana.)

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