Así se duele, en Hiroshima, mi amor, la protagonista de la antañona película. ¡Qué joven fui una vez! Y es que el tanto de muchas horas ha estado rememorado el tamaño de su existencia, dulzor y dolorimientos, y concluye con la certidumbre de que la vida se le ha escurrido entre las manos. Al oír su expresión preñada de tristuras recordé a Job: «El hombre nacido de mujer, corto de días y harto de sinsabores: que sale como una flor y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece (…) Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza». Qué joven fui una vez…
Estoy mirando estas fotos extendidas sobre mi mesa de trabaja En la primera me veo en plena juventud, una de mis primeras juventudes. Me observo grifa de pelos la testa, frescas facciones y fresca la piel del rostro. Unos ojos reventando fulgores, hoy apenas rescoldo la brasa de las pupilas. Me miro, me observo y pienso en la crueldad de mi padre Cronos: qué manera de tragarse a su hijo. Y qué hacer, sino poner mis niñas, las de mis ojos, en la segunda de las fotos. ¿Saben de quién es la tal? Macabrón….
La foto, foto reciente, es de un reciente Carlos Salinas, ya decrépito. Y no es que el tal haya envejecido, ni que él sea el culpable de semejante rostro de rasgos esperpénticos. No. Si en la foto se advierte ridiculamente orejón, narigón hasta límites de lo grotesco, un calvario la testa y una crucifixión los rastros de un rostro como desbastado a hachazos por un ciego histérico, no es suya la culpa, sino de los fotógrafos. Por qué no han renovado su equipo fotográfico, me pregunto. ¿Cómo es que de 1988 a 1994 los del oficio sacaban tan espléndido material gráfico, que al hermano de los transas Adriana, Sergio, Raúl y Enrique el difunto, le captaban un rostro a la pura medida del bronce y el mármol, con unos rasgos enérgicos, visionarios, mezcla de Alejandro el Grande y Napoleón el Pequeño? ¿Por qué apenas ayer estatua y hoy estantigua? ¿Qué aconteció a los del periodismo gráfico? ¿Les tiembla la mano, que así de esperpéntico fotografían a Salinas? ¿O era entre el 88 y el 94 cuando les temblaba? Y para qué hablar de las caricaturas. Cómo ha cambiado el trazo de los caricaturistas, que así dibujan al «compatriota» de la «mothemización» (fui el primero que acuñó el terminajo, Trino) como un engendro de Cuasimodo y Frankenstein, pero sin perder su catadura de ahijado del Diablo, que es decir de Córdoba Montoya Cruz, cruz…
La tercera foto: tan dueña y señora que parecía en un principio, tan esforzada en sus intentos desesperados por deshacerse de su pasado veterinario y parecer y aparecer elegante dentro de esos trapos de marca y de firma, trapos carísimos que a todos los mexicanos salen costándonos un huevo de la cara Miro su foto de hace apenas tres, cuatro años, cuando la polémica dama corría una carrera parejera con López Obrador rumbo a la presidencia del país y se dejaba querer de unas masas debidamente manipuladas por el duopolio de la televisión. Ah, rostro visionario, revoltura de Juana de Arco, Teresa de Ávila, Evita Perón y la madre Teresa Hoy, cuando jura que «es anticonstitucional la comisión para investigar a mis hijos», todos los años se le han subido al rostro y se le resuelven en arrugas que un desesperado maquillaje mantiene y contiene en precario equilibrio, y en ojeras, boqueras, rasgos crispados y una mirada que parece columbrar el penal de La Palma. Porque, mis valedores, Marta Sahagún bien conoce que no sólo sus hijos están a estas horas en entredicho, y la investigación no se reduce a los hijos de la., señora Foto elocuente la del matutino…
Ahí mismo, Dios: ahí lo que queda de lo que fue un presidente de México: Vicente Fox, Hamlet de pacotilla que murmura entre dientes: «No hallo este mundo tan atractivo». Lo veo al caminar, desgarbada estampa de humano en derrumbe: hombros caídos, paso cansino de donde ha huido todo rastro de prestancia, vigor, fortaleza Veo un rostro de rasgos adormecidos al arrullo de las pastillas tranquilizantes, rostro que es espejo donde se miran la dolencia de espinazo, el cansancio del diario vivir una vida arrastrada y las pasioncillas mediocres: la envidia el rencor impotente, la angustia, el miedo, el susto, la desesperación, el pánico. Quién te mira y quién te vio, y así pasan las glorias de este mundo, glorias efímeras, espejismos creados por los medios de condicionamiento de masas. Y en el matutino: «Piden abrir ficha clínica del Ejecutivo». Su salud física y mental, en entredicho, válgame…
Acá, por contras, observo este cascabelito cascabelero, síntesis de Salinas y Fox en sus años de «gloria». Firme, seguro, categórico, «indestructible». ¿Me dará Dios licencia de mirarlo ya cuando él, AMLO, se convierta en un pobre remedo de Fox, que arrastre su carga de frustración y de desprestigio? «No, no aceptaría la reelección». ¿Se derrumbará? ¿No? ¿Lo veré? ¿No? (A ver.)