Panamá, Irak, Afganistán

La nota mis valedores, tiene fecha de apenas ayer:

En su mensaje, que coincidió con el tercer aniversario de la invasión estadounidense a Irak, el presidente G. W. Bush no hizo precisiones sobre la cantidad de soldados estadounidenses que permanecerán en Irak, ni durante cuánto tiempo…

Leía la noticia y me quedé pensando, y me acordé de Plutarco y de sus Vidas paralelas. Porque, mis valedores: vidas paralelas son las víctimas recientes de Washington: Panamá, Afganistán, Irak ¿El pretexto? Combatir a los «enemigos» de Estados Unidos. ¿El resultado? Miles, decenas de miles de cadáveres sembrados en Panamá, en Afganistán, en la mártir Irak. El imperio…

Apenas ayer fue un Manuel Antonio Noriega, compinche de Estados Unidos y presidente de Panamá. Hoy es Osama Bin Laden, antiguo aliado de Washington y entrenado por la CIA. En Panamá, el genocidio fue conocido con el alias de Causa Justa, ayer, en Afganistán, con el de Libertad Duradera Hoy, en Irak, el genocidio no tiene nombre. En Panamá, el Pentágono descargó toda su furia con 10 mil invasores contra la población civil de Panamá. Más tarde iba a desatar su fuerza descomunal, desproporcionada sobre la población civil de Afganistán. Ahora tocó turno de Irak.

¿El pretexto?

Hoy, como ayer, como siempre, el pretexto se embroca la máscara de esos vocablos grandilocuentes, altisonantes, con los que el histrión prepotente y gesticulador se llena la boca Justicia Democracia Libertad, Derechos Humanos. Atejonados detrás del maquillado parapeto, los verdaderos motivos de la depredación y el genocidio: los intereses estratégicos del capital-imperialismo. Sin más. Y que corra la sangre, sangre inocente. La Casa Blanca impávida Esa historia es una gigantesca zopilotera y un gran hedor…

Pues sí, pero la propia historia lo certifica carcomidos por su contradicción, que es la opresión del hombre, todos los imperios están destinados a la destrucción y a ser arrasados de la faz de la tierra Sí, para ceder el lugar a nuevos imperios. Mis valedores…

Ya que miento la historia va aquí una somera reseña del genocidio que Estados Unidos, en su papel de gendarme universal, perpetró contra la población civil de Panamá poco antes de la medianoche del 19 de diciembre de 1989, y esto con el pretexto de capturar (muerto o vivo, un millón de dólares por él) al Bin Laden panameño, el tal general Noriega presidente de Panamá y narcotraficante al servicio del gobierno de Estados Unidos. La crónica:

1989. Con el antedicho pretexto de capturar a Manuel Antonio Noriega ex agente de la CIA y acusado de tráfico de drogas, Estados Unidos invadió Panamá. El gobierno norteamericano tenía conocimiento desde 1972, cuando menos, de las actividades ilícitas de Noriega pero mientras le fue útil lo mantuvo en su nómina La invasión dejó un saldo de siete mil muertos y desaparecidos, así como pérdidas millonarias en la economía del país. Actores y testigos del genocidio dan su testimonio:

La Comisión de Derechos Humanos de Panamá, en colaboración con la Comisión de Derechos Humanos de Centroamérica,con sede en Costa Rica lo expresa en su informe del 23-30 de marzo de 1990:

‘Los costes humanos de la invasión son substancialmente más elevados que las cifras oficiales de los Estados Unidos, de 202 civiles asesinados, alcanzando de 2 a 3 mil, de acuerdo con estimaciones conservadoras. Testigos presenciales señalan que helicópteros de los Estados Unidos lanzaron su fuego a edificios ocupados solamente por civiles; que un tanque de los Estados Unidos destrozó un autobús público matando a 26 personas; que residencias civiles fueron quemadas, y que esto resultó en la destrucción de muchos apartamentos y la muerte de muchas personas; que tropas norteamericanas negaron el acceso a la Cruz Roja dispararon a ambulancias y mataron a heridos, a algunos con bayonetas».

La iglesia Católica y Episcopal consideraron las estimaciones de la invasión en más de tres mil muertos, según cifras conservadoras, porque Washington impuso una rigurosa censura..

Y el título del informe: «Panamá. Más que una invasión… una masacre»; una más del Pentágono, desproporcionada y descomunal como la que años más tarde iba a perpetrar en Afganistán e Irak, y al pretexto del terrorismo («un terrorismo al por menor, contestatario, contra el terrorismo de Estado que ejerce Washington, como afirma el norteamericano Noam Chomsky) lanzar toda su fuerza contra los pueblos inermes de Afganistán e Irak, y a probar en ellos las nuevas armas de guerra Pero el tema da para más. (Mañana)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *