Tan lejos de Dios

Medítese en lo que supone para millones de seres que toda su vida marche regida por una fuerza lejana, irresponsable y radicalmente contraria a su propio interés…

– Juan Marinello, político y pensador cubano:

¿Y cómo entender en su cabal dimensión episodios nacionales tan vergonzosos como este que ocurrió hace días con la expulsión de cubanos del hotel María Isabel Sheraton, de esta ciudad capital? ¿Cómo entenderlo sin acudir a letra de nuestra historia, letra que, si no la atendemos a tiempo, con sangre entra? ¿Cómo entender el presente sin acudir a la historia, esa estrella polar? ¿Cómo, si nunca tuvimos memoria histórica, o de tenerla la hemos extraviado…?

Y mis valedores: cómo pudiésemos pretextar que no podíamos entrever lo ocurrido, si ya desde el XIX nos lo advertía, visionario de nuestra América mestiza, el genio americano José Martí:

¡Cuidado! Norteamérica tiene sobre nuestros países miras de distintas de las nuestras. Cuidado. Jamás hubo en América asunto que requiriese más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los estados Unidos -potentes, prepotentes, determinados a extender sus dominios en nuestra América mestiza- hacen a las naciones americanas de menor poder…

Pero no sólo el patriota y apóstol: ahora mismo y aquí entre nosotros, en relación a la memoria histórica lo asegura Carlos Antonio Rojas, historiador:

«La enseñanza actual de la historia de México está muy atrasada. Se sigue pensando que esa disciplina es una ciencia que estudia el pasado. Esto es grave, por no enseñarnos la historia de una forma que nos ayude a explicarnos el presente (…) y no hay un rescate de la memoria de la sociedad. Ante conflictos y hechos políticos, se reacciona de una forma inmediatista, se pierde la perspectiva temporal vasta que nos explicaría los sucesos actuales…»

Cierto es, y con ánimo de oxigenar nuestra memoria histórica, van opiniones diversas del vecino imperial, vecino rapaz. En primer término, conceptos vertidos en 1871 por The Herald, de Nueva York:

«La condición actual de México no promete para el porvenir otra cosa que la anarquía. La nación se desliza sobre el precipicio con tal rapidez que es imposible detenerla. Ha tocado los límites de la desgracia y sus directores parece que están determinados a completar su rutina (..) Tal situación de cosas ha seguido hasta llegar a una total bancarrota, sin que goce ya de crédito interior ni exterior (…) México será tarde o temprano absorbido por los Estados Unidos. Tal es su destino manifiesto…»

Y en 1908, The Times: «Basta una ojeada al mapa de América para comprender que México forma geográficamente, y por otros conceptos, un todo con los Estados Unidos. Sus ferrocarriles, que enlazan todos los puertos y ciudades importantes, son en realidad una expansión de nuestra red ferroviaria. Sus costas, continuaciones no interrumpidas de las nuestras. La superficie es aproximadamente igual alas superficies combinadas de Inglaterra, Francia, Alemania y Austria-Hungría. ¡Hermosa provincia tropical, en verdad, para adquirirla para nosotros…

La predicción del lllustrated London News: «A menos que Dios realice un milagro, dentro de medio siglo México formará parte de la Unión Americana». Esto, mientras que en 1836 se vaticinaba en el Senado norteamericano: «El pabellón de las estrellas no tardará en flotar sobre las torres de México, y de allí seguirá hasta Cabo de Hornos, cuyas olas agitadas son el único límite que reconoce el yanqui para sus ambiciones…»

The North American, 1847: «La anexión de México nos presenta la posibilidad más brillante. Sería muy más de desear que México viniera hacia nosotros voluntariamente, pero como no hemos de gozar de paz mientras que la anexión no se verifique, que venga, pues, aunque al principio sea haciendo uso de la fuerza. Como las doncellas Sabinas, México aprenderá pronto a amar a su raptor…»

El Charleston Courier, 1914: «Cada batalla ocurrida en México y cada dólar gastado en aquel país nos dará seguridades de adquirir territorios que ensancharán los dominios americanos hacia el sur, y el final será que los Estados Unidos de América adquieran un gran poder en el continente…»

Rotundo, The New York American, 1922: «No habrá un gobierno estable en México hasta que los Estados Unidos de América se decidan, e impongan uno y lo sostengan con valores y con bayonetas norteamericanas. No hay escape posible de la lógica de la situación. Debemos cumplir nuestro deber en México». (Mañana, el final.)

3 opiniones en “Tan lejos de Dios”

  1. El único dato que me parece equivocado , aunque no sé si realmente lo esté , es el de la cita del Times.¿A poco en 1808 ya había ferrocarriles en México?

  2. También creo que está mal el dato de 1808… México ni existía como nación, y los ferrocarriles tuvieron su gran expansión en el porfiriato, ¿qué no?… debe ser 1908…

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