¡Y de repente, mis valedores, se hizo la luz! ¡El repentino milagro, más propiamente! ¡De no creerse! ¡Como si súbitamente hablaran los ciegos, los sordos vieran y los cojos resucitasen, todos nosotros, vecinos de la tertulia, al igual de los apóstoles al recibir el carisma del EspÃritu Santo logramos aquel..! Pero sÃ, ya me calmo, ya vuelvo a la compostura y procedo a contarles desde el principio portento tan sin igual…
Yo, desde que tengo memoria, he padecido de cierta limitación fÃsica, que luego voy a especificar. Y caramba con los inhábiles. Contra aquellos habilidosos que lo mismo manejan el Fórmula Uno, la lancha a motor, una máquina del tren bala, una nave espacial en plena estratosfera y, de verse en el trance critico, la bicicleta o el patÃn del diablo, existen algunos otros que más allá del oficio aprendido nada saben hacer. Yo, uno de ellos. Entre mis tantas limitaciones una padezco que, pueblerino como soy, y cuando niño y adolescente muy cercano al cerro y al peñascal, a la serranÃa y a toda clase de chivos, y muÃas, y uno que otro viejo güey, desde mis tiempos muchachos se me tornó frustración, que para esa habilidad el destino me marcó de impotente para toda la vida, qué pena, de veras.
Tal limitación, lo dejo bien claro, es la del arte del silbido, qué les parece. Yo de mà sé decir que nunca de los nunca podÃa arrojar el más torpe amago de chiflido, y que cada vez que lo intento nomás la riego, la saliva. Y después de ayer tarde estaba yo convencido de que nunca lo iba a lograr, porque en verdad les digo: esto de chiflar está de la pura chiflada. Pero entonces, ayer, el prodigio…
Alguno, al llegar a este punto, me la va a interpelar: «Bueno, ¿y el chiflido para qué? Arriero no eres, ni tampoco «Perra Brava» del clásico pasecito a la red, que entonces pudieses dedicar el chiflido de cinco toques a Blanco o al árbitro Marco Antonio RodrÃguez. Tú no eres aficionado pasivo al deporte de multitudes, que entonces se la pudieses chiflar a la del ampayer, la réferà o del juez de lÃnea, si es que la tienen. ¿Entonces? ¿Para qué un arte tan de la chiflada como es el chiflido?»
Y yo le contesto: «Créame. No se trataba de desfogar, desde el Goloso de Santa Ã?rsula, mis frustraciones de mediocre irredento, pero me urgÃa aprender a silbar, y no únicamente a mÃ, sino a todos los vecinos de Cádiz, el edificio de la Mixcoac-lnsurgentes. Y cuanto antes, mejor. Y cómo no iba a ser una urgencia para un vecindario asà de politizado aprender a chiflar, si ahà nomás, tras lomita, y al arranque de las campañas de los candidatos a la presidencia del paÃs, la praxis polÃtica se iniciaba a chiflidos, y lógico-, nosotros, en Cádiz, nos sentÃamos desplazados, verdaderos inválidos del arte de la alta polÃtica nacional. Qué frustración…
– Y cómo tiznaos no, miren esto.
Al decirlo, el joven juguero nos mostraba las notas de prensa del viernes antepasado-. «Rechifla al PAN-Edomex opaca inicio de campaña de Calderón. Fue una silbatina de más de cinco minutos con treinta segundos, ante la sonrisa crispada de Calderón Hinojosa».
– No, y qué me dicen de esta otra.
Qué podÃamos decirle ante aquella evidencia que nos ponÃa frente a las niñas, las de los ojos: «Silbatinay sillazos en el arranque de campaña de Madrazo, con una pelea donde volaron sillas y golpes-. ¡Nosotros llegamos desde la mañana, pinches huevones!»» Y esta, definitiva-. «Al recibir a Madrazo, en Pachuca, la silbatina de los estudiantes fue general…»
– Y nosotros, impotentes polÃticos…
Porque, según la rápida encuesta levantada entre los vecinos de Cádiz, ¡nadie sabÃa chiflar! Nadie, excepto quien menos pudiéramos imaginar-; don Tintoreto (lavado en seco y a todo vapor. Se angosta y enanchan corbatas). Pues él sÃ, ¿pero el resto de nosotros permanecer al margen de la polÃtica, a la orilla de la vida nacional, que es decir en el cabús de la Historia? ¡Nunca! Fue asà como acordamos superar la carencia que nos impedÃa participar de manera activa en los puntos más finos de la alta polÃtica nacional.
– ¡A aprender a chiflar! ¡De inmediato! ¡Curso intensivo, don Tintoreto!
Y lógico: fue a ciegas como nos pusimos en manos del tintorero, requiriéndole para que nos enseñara la ciencia polÃtica del paÃs. Suspiró ante lo inevitable, y por principio de cuentas, con aquel dejo de resignación:
– Vamos a ver qué se puede hacer con ustedes. Total, con pacienciay salivita…
(La salivita, mañana.)
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Lo que sospechaba , ya no es suficiente con ir a votar , hacen falta nuevas formas de participación de la ciudadanÃa . Asà que vámonos todos a chiflar nuestra flauta o pito si no sabemos otra forma.
el próximo 2 de julio, más de dos irán a chiflar a su mauser
EFECTIVAMENTE REFIRIENDONOS A POLITICA MUCHOS NO SABEMOS SILVAR PERO BASTA CON ESTUDIAR Y HACER CASO A LAS SUGERENCIAS DE MOJARRO PARA PODER PARTICIPAR EN TRATAR DE PRACTICAR UNA VERDADERA DEMOCRACIA Y MANDAR A LA CHIFLADA AL ACTUAL APARATO POLITICO COOPTADO CON EL SISTEMA DE PODER