Desintegrar un átomo, ¿difícil…?

Más difícil es desintegrar un prejuicio y un dogma…

Semejante aseveración de Albert Einstein me parece muy a la medida del empecinamiento presidencial en clamar y proclamar en todos los foros internacionales (que más perjuicios que ventajas reportan al país, a todos nosotros) las ventajas de los acuerdos comerciales concertados con el «socio» de Washington. El criterio del presidente Fox nada a contracorriente del que mantienen estadistas, economistas, investigadores y comunidades del mundo. ¿Ignorancia de Fox, mala fe, exceso de celo en complacer a su «socio comercial» ? Ya que a todos nos afecta, y en alto grado, el tema se impone. Mis valedores:, hoy, en vez de fabulilla de mi invención, les presento una síntesis del pensamiento internacional sobre los polvos de aquellos lodos que desparramó por el mundo el viejo Nuevo Orden Mundial de 1944 impuesto por Washington a los países del orbe. Los analistas: Chomsky, Fidel Castro, Petras y muchos más, incluyendo al propio «espinito que en la sabana florea» Hugo Chávez. El neoliberalismo en las reflexiones de los estudiosos:

Cada una de las potencias industriales ricas aboga, en general, por una mezcla de liberalismo y protección diseñada en función de los intereses de las fuerzas nacionales dominantes, las grandes empresas transnacionales que deben regir la economía mundial. Las consecuencias serian reducir a los gobiernos del Tercer Mundo a una función policial para controlar a sus clases trabajadoras y a la población superflua, mientras las transnacionales obtienen libre acceso a sus recursos, monopolizan la nueva tecnología y la inversión y la producción mundiales (…) El resultado puede calificarse de «libre comercio» o de «democracia» por razones doctrinales, pero se le ha descrito con más exactitud como un sistema de «mercantilismo corporativo».

Para que el club de los hombres ricos pueda gobernar el mundo con eficacia en función de los intereses de sus miembros, hay que mantener a las masas en el lugar que le corresponde:, en el Sur, hambrientas y reprimidas; en el propio país, aisladas y distraídas. El Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA) es un caso ilustrativo. Ha sido un filón de oro para los inversores, que pueden trasladar la producción a zonas de bajos salarios, zonas donde elevados niveles de represión, controles dictatoriales y una inmensa fuerza laboral sobrante los mantendrán bajos.

Los efectos de este tratado de largo alcance, que invalida leyes estatales y federales, no pueden analizarse, en realidad, sobre bases seguras por una simple razón: las condiciones del mismo se han mantenido eficazmente en secreto. Es un acuerdo ejecutivo: se mantiene al pueblo en la ignorancia, conforme al principio de que los asuntos públicos no son de su incumbencia.

El neoliberalismo es una ofensiva contra todas las conquistas que aun dentro del capitalismo habían logrado las masas, la clase obrera, los trabajadores y, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial. Han acabado hasta con los sindicatos. Ha agravado, asimismo, el fenómeno del intercambio desigual, puesto que está liquidando todas las medidas de protección y todos los acuerdos sobre productos básicos con los cuales trataron de defenderse los países del tercer mundo. Ellos han ido perdiendo todo: aranceles que protegían sus nacientes industrias y generaban ingresos; convenios de productos básicos:, asociaciones de productores; indización de precios; tratamientos preferenciales; cualquier instrumento para proteger el valor de sus exportaciones y contribuir a su desarrollo, ¿Qué se nos ofrece? ¿Por qué no se menciona el injusto intercambio desigual? ¿Por qué no se habla ya del peso insoportable de la deuda externa?

¿De qué vamos a vivir? ¿Qué bienes y servicios vamos a exportar? ¿Qué producciones industriales nos van a preservar? ¿Sólo aquellas de baja tecnología y elevado consumo de trabajo humano y las altamente contaminantes? ¿Se pretende acaso convertir a gran parte del tercer mundo en una inmensa zona franca llena de maquiladoras que ni siquiera pagan impuestos? América Latina ingresa al nuevo milenio arruinada por la dictadura del capital financiero, que bajo la etiqueta del «neoliberalismo» ha sufrido durante los últimos veinte años. En el caso de México, la tasa de crecimiento es mal parámetro para juzgar al futuro. Si se toma en cuenta los siguientes indicadores: endeudamiento interno; endeudamiento externo; balanza de cuenta corriente; déficit fiscal; composición de las exportaciones y competitividad en el mercado mundial, entre otros, queda claro que México, al igual que las otras dos economías grandes del sub-continente, está estructuralmente en quiebra; y que no hay posibilidad para salir de esta situación por la vía económica nacional. (Sigo mañana.)

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