Y que el ALCA truena en la «Cumbre», y que los pueblos de América la sepultaron, y que… mis valedores: aquí, porque terminemos de entender esa rebelión contra Bush que acaba de explotar en Mar de la Plata, Argentina, les dejo aquí, y en las voces diversas de Soros, Thurow, Chomsky y Dietrich, este muy somero retrato escrito, descrio, de eso que han desde siempre y hasta hoy las relaciones de nuestro pueblos del Sur con el imperio del Norte:
«El neoliberalismo es un sistema de dominación y acumulación que no ofrece una salida al futuro latinoamericano. Su inherente tendencia hacia la polarización de la riqueza social y la exclusión de las mayorías define su ciclo de vida como de corto y mediano plazo. Bajo el modelo keysiano-cepalino de la Revolución Mexicana y el contrato social de la constitución de 1917, el PIB per capita del país creció 3.1 por ciento entre 1934 y 1982; la inversión fija bruta per capita se expandió con una tasa media anual del 6.5 por ciento entre 1940 y 1982.. Bajo el modelo neoliberal, el PIB per capita se contrajo, entre 1983 y 1996, a una tasa del 0.8 por ciento anual. Los salarios mínimos pierden el 68.2 por ciento de su poder adquisitivo…»
En febrero de 1945, EU convocó a una conferencia continental para imponer lo que llamó la Carta Económica de las Américas, que fue una de las piedras angulares del mundo de la posquerra, pidiendo «el fin de todas las formas de soberanía en todos los pueblos latinoamericanos», aun si para ello se requerían «Estados policiales». ¿La necesidad de la Carta? Que los latinoamericanos estaban haciendo elecciones equivocadas y exigiendo «políticas diseñadas para lograr una distribución más amplia de la riqueza y elevar la calidad de vida de las masas». ¿Desplazar a los inversores de EU? Inaceptable; no podía permitirse la soberanía. Tenían libertad, «pero libertad para hacer nuestras decisiones». A los intereses de EU. Alguien
tiene que controlar al Tercer Mundo y garantizar que no levante cabeza, que no intente ser independiente. Nosotros lo hacemos; tenemos el monopolio de la fuerza…»
Las mismas preocupaciones subyacen en acuerdos como el TLC, del que la propaganda afirmaba que iba a ser una bendición y una marvilla para los trabajadores de México. La idea se abandonó calladamente cuando los hechos mostraban lo obvio, que al fin se admitió públicamente. El objetivo era «atar a México a las reformas » de los 80s que habían reducido considerablemente los salarios y enriquecido a un pequeño sector de la población y a los inversores extranjeros. Se advertía que «una apertura democrática en Mexico podría poner a prueba la relación especial, si llevara al poder a un gobierno más interesado en desafiar a E.U. por razones económicas nacionalistas». A México se le ató con obligaciones contractuales. México fue lasudado como un triunfo del libre mercado y un modelo para otros hasta que su economía se colapsó en 1994. Los vítores resuenan de nueva cuenta, mientras que los salarios han caído más de un 25 por ciento desde
el primer año del TLC.
«Las privatizaciones y el desempleo causados por las reformas del mercado ofrecen a las empresas occidentales una mano de obra barata, educada y fácil de explotar. A los obreros oeste-europeos que insiden en sueldos, prestaciones y vacaciones se les amenaza: si demandan salarios altos nos nos vamos a México».
«Hay muchos recursos para llevarse, y muchos trabajadores baratos para las plantas de montaje, pero primero les impusimos el sistema capitalista. No lo aceptamos para nosotros mismos, pero sí para el Tercer Mundo. Ese es el sistema del FMI. Al conseguir que lo acepten, podremos explotarlos fácilmente, y procederemos como con Brasil o México…»
«Siempre hemos dado por hecho que Latinoamérica nos pertenece por derecho. Esta es nuestra pequeña región cercana que nunca molestó a nadie. A cambio de sus préstamos, el FMI impone la «liberalización», una economía abierta a la penetración y control de E.U., recortes agudos en los servicios a la población, etc. Estas medidas afirman aún más el poder en manos de las clases opulentas y los inversionistas extranjeros, y refuerzan las sociedades de dos niveles clásicos del Tercer Mundo: los super-ricos y una clase relativamente cómoda que los sirve, y una masa enorme de gente empobrecida, sufridora…»
«La privatización de la educación (su conversión en mercancía); su sumisión bajo los dictados del Banco Mundial (cabeza de lanza del Estado global en la imposición de la nueva identidad afín a los intereses transnacionales), y su creciente subordinación a los intereses particulares, sobre todo del clero católico y del capital privado, son las tres grandes tendencias retrógradas observables actualmente en la transición de la identidad nacionalista-latinoamericana, hacia la nueva indentidad del adaptable worker, cuyo norte es Estados Unidos». En este espejo, mis valedores, ¿no, acaso, se mira
México? (Mi país).