Ricardo Antonio Lavolpe, mis valedores, cuesta abajo en su rodada de desprestigio como manejador de mediocres del clásico pasecito a la red. Que huyera, le aconsejaba yo ayer aquà mismo; que aventara el arpa, tan desprestigiada, y huyera de unas murgas que sólo le acarrean, dólares aparte, descrédito ante los colegas y rabia en la Perra brava, perra del mal. Sigo con mi exhortación, y me dirijo directamente al che. Don Ricardo Lavolpe:
RetÃrese, mi señor, huya del contagio de esas tripas de pescado. Aún es tiempo. A es-tas horas (patéticas para su prestigio de entrenador) usted aún no se ha visto en la medianÃa del naufragio hasta el grado de que tenga que abandonar el paÃs y refugiarse en Irlanda, o ir a pedir chichi a las transnacionales a las que sirvió como entrenador de los tricolores, ni pasar cada dÃa de su vida acosado no sólo por los reclamos de su propia conciencia, sino también por los de una Perra Brava iracunda que vaya hasta su guarida y a gritos y sombrerazos le grite asesino y en la fachada (de la guarida, por no poder en la propia de usted) lo befe a chorros de pintura roja. No, mi señor, en esa casa de mala nota que apodan Goloso de Santa Ã?rsula usted ha perdido ese virgo que nombran honra, prez, buena fama. Huya, señor.
¿Por qué fue usted tan imprudente? ¿Por qué esa decisión suicida de dirigir a tal equipo de matalotes? ¿Cómo pudo ni por un mal momento suponer que podrÃa realizar el milagro de anotar un gol en su palmares con las mataduras, que llevan herrado en la cuera el estigma de la mediocridad, irredentas nulidades cruzadas de truhanerÃa? ¿Lo hizo usted por la soldada en dólares? ¿Pues qué: tan hambreado me lo cogieron, que por la pitanza con que llenase la gorda (la tripa) dio el sà a los que ejercen de madrotas, el duopolio de T.V., en ese congal de murgas vestidas y alborotadas que cargan encima el «prestigio» de todo México? Perdónemela, pero me resisto a creer que por hambre se haya incrustado, garrapata en el cuero del buey, en el futbolero presupuesto, y tener que ir a Dallas con los pescadores de Trinidad y Tobago metidos a futbolistas. Que son una birria los que las fueron a dar junto con usted (penas y lástimas), paso a certificarlo con la elocuencia de los hechos:
El equipo tricolor, ese «gabinetazo»: técnica individual, como de conjunto, nunca han mostrado sus integrantes, ni una aceptable táctica de juego; a la cancha saltaron sólo a eso: a saltar, a asaltar, a hacer el ridÃculo.
Cinco años de ensayos y tentaleos, ¿de qué canacos les han servido? ¿Y a todos nosotros, patética Perra Brava? A ver, comencemos con los defensas:
¿Cuándo han sabido controlar el esférico y contener los «avances» del adversario del área norte en la cancha? Esos defensas a puro entregar balones, a poner sus bolas a los pies, a los botines -jugosos botines- del ad-versario histórico, y permitirle atacarnos en nuestra área penal, y que anote a placer y a balón parado nos lo deje ir hasta el rincón, todo el esférico. Dios.
Los mediocampistas, qué bárbaros: todos igual de torpes e ineptos, sin dominio del balón, sin coordinación en los pases ni entendimiento, y entre ellos peleando apatadas, caballazos, mordiscos, araños. Usted, a la desesperada y tan torpe y desatinado como ellos, lo veo alo pentonto cambiar, enrocar, enroscar, sacar al titular y meter al suplente , y resultó peor el relevo que la enfermedad, y más caro el calvo que las albóndigas. Por cuanto al entreala izquierda, mama mÃa, o mama suya, más bien: Si tienen mama…
Esos, para empezar, no son de izquierda; de izquierda no tiene nada, tan faltos de pundonor como sobrados de mañas pa-ra nacerse de los balones a la mala, a la peor, y quedarse con ellos. Diputaciones, senadurÃas, la gubernatura de mi pobre Zacatecas, ahora más pobre que antes. Esos, pura concertacesión, transa y sinvergüenzada. Por cuanto a los de la entreala derecha: ah, los de la derecha. ¿Hay diferencia entre esos y los izquierdos? Alianzas, complicidades, arreglos en lo oscurito. ¿Diferencias? Sólo en los comercios que los patrocinan: a éste juego, como a usted mismo, las aguas negras, y a aquél las casas de juego, y al de allá la cervecerÃa ylos ku-klux-klanes de El Yunque.El de la derecha nos salió tan marrano como el de la zurda, y loderos los dos, malintencio-nados y entreguistas de balones por igual, como usted mismo, alquilón de los gringos, gringo de segunda. ¿Los delanteros..?
Esos siempre en fuera de lugar, siempre chueca la mira, volando siempre el disparo, y el patadón y el calcetinazo. Como anotar, anotan, pero en su meta. ¿Que saben robar balones? Saben, sÃ, pero balones nuestros: PEMEX, Amigos de Fox, Vamos Marta con todo e hijos, y mugres ahumadas. Ponce, Imaz, Sosamontes, Graco, Bejarano, sus ligas, las de su mujer. Lavolpe: retÃrese, huya del paÃs con todo y mata, que ahà nomás, tras lomita, ya llega el relevo, y ese no consiente nada, y tiene la mano dura, pesada, y nunca le tiembla. (Piénselo.)