¡Me la interpelan..!

Penúltimo día de agosto. Martes. Silencio en la noche, ya todo está en calma, el músculo duerme. No el del desdichado aquel, ánima en pena, que permanece todavía insomne, sacudido de espasmos y escalofríos, como condenado a quien pasado mañana habrán de ajusticiar. Lóbrego. Mírenlo ahí, y obsérvenlo con disimulo: entre sudores agónicos y suspiros, el insomne medita en su situación y, temores y pesadumbres, compara su circunstancia con la de tantos seres anónimos que, enfermos de notoriedad y conscientes de que sus acciones cotidianas nunca habrán de proporcionársela, se arrojan a acometer las más audaces, descabelladas e inútiles hazañas en las que van a arriesgar hasta la propia existencia. Todo, con tal de lograr su cachito de falsa inmortalidad porque así, cuando menos, logran la trascendencia. No una hazaña benéfica para la humanidad, sino excentricidades con las que compran su inmortalidad de chatarra. Incurables enfermos de mediocridad…

Aquí, en la penumbra de su habitación, el Job cuyos ojos insomnes, a la luz de una lamparilla que parece mortuoria, recorren una vez más la noticia de algún otro infeliz en trance parecido al suyo propio: «Adelaido da Silva, mago y fakir brasileño, acaba de abandonar la jaula de cristal en la que convivió durante más de cien días con dos docenas de las víboras más venenosas del mundo, en un frustrado intento por superar la marca mundial».

«Bueno, sí, él, ¿pero yo por qué?» Tembloroso, se enjuga el sudor de la frente. Y es que un sudor se le viene y otro se le va. Sudor frío… «Los médicos comprobaron que el sistema nervioso de Adelaido se encuentra alterado y que el insomnio ha hecho presa del mago y fakir del nordeste brasileño…»

» ¿Un peor insomnio que el mío? Y lo mío, mucho más grave, que ni a mago llego, mucho menos a fakir. Ah, si pudiera rajarme como Adelaido. Ya no digo salirme: ni siquiera ir a meterme en esa jaula de víboras…»)

«La marca mundial sigue en poder de Peter Snyman, que la estableció el año anterior, cuando abandonó la jaula infestada de serpientes venenosas convertido en una piltrafa humana, con el sistema nervioso deshecho…»

«No le doy el pésame. Yo, si viniera a ver mi pulso, mi sudoración, este chorrillo que me está vaciando todos mis jugos gástricos…»

«Está convencido de que no existe ser humano que logre abatir la marca por él impuesta, y que está registrada en el Libro de Records Guiness…»

«¿Que no es posible quién logre superar su marca? Que venga a comprobarlo conmigo, sólo que lo mío es de a chaleco, de a cojón de a hueso. Cómo fue que me vine a meter en estos berenjenales, yo que en mi rancho de una vida placentera disfrutaba. Vengan a hacerme una, santos patronos. San Cristóbal y San Tamarindillo, una merced: que intercedan por mí…»

El penitente inclina la testa. Un suspiro hondo y profundo: «Señor, si es posible, aparta de mí este cáliz». Siguió leyendo, y de tanto en tanto suspiraba, se limpiaba el sudor, bebía traguitos de agua azucarada para recoger la bilis.

«Adelaido permaneció en la silenciosa compañía de 6 mambas negras, 6 cobras egipcias, 6 víboras de capucha y 6 de los árboles, cada una con el veneno suficiente para matar un toro. Los ofidios acompañaron durante 100 días al mago y fakir brasileño». Acá, el matutino, lee, y el rictus amargo: «El presidente Fox llega fuerte, entero, con mucho que informar a la nación y con muchas ganas»: Carlos Abascal, secretario de Gobernación».

«¿Ganas? ¿Ganas dijiste, insensato? Ven a ver la piltrafa en que las «muchas ganas de informar» me han convertido. ¿Pero tú también, Marta? «El Informe será un informe de ánimos, de entusiasmo, de lo que se espera, y nos espera un buen futuro. Más que de cifras, el Informe será alentador por el esfuerzo que han realizado la sociedad y el gobierno del cambio». Y por contras, el hervidero de ofidios: «Anuncia el sindicato del IMSS nueva campaña de resistencia civil el día del V informe de Fox, porque engaña a la gente con su doble discurso». «La Unión Nacional de Trabajadores anuncia que se sumará a las protestas del sindicato del IMSS, en protesta por la política laboral de la presente administración». Ah…nimalero de miércoles…

El insomne suspendió la lectura. Un rictus amargo, amago de sonrisa. Un gemidillo. Clamó al cielo (y no le oyó):

«Dios, cómo comparar los ofidios de Adelaido con los que yo tengo que encarar pasado mañana, que son mucho peores y no dormitan como los otros ofidios, sino que van a pasársela con las fauces pelonas. Estos ofidios van a atacarme a gritos, a mentadas, a mantas y pancartas vituperosas. ¡Que Pablo Gómez, Cristo Jesús, y su tocayo Ortega no asistan a la Cámara, y que si asisten no me la vayan a interpelar, y si me la interpelan no sea a mentadas, y si es a mentadas, que no me vaya a doler, y si me duele, que sepa disimularlo, amen». (¡Marta!)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *