¿Era odio, compasión…?

¿Qué es lo que Joel R. Poinsett sentía por el México recién nacido…?

Tal se pregunta, mis valedores, la editorial Contenido, que publicó las «memorias del primer embajador norteamericano en nuestro país». De ellas rastrillo los párrafos que considero más a propósito para mostrar a todos ustedes una evidencia: que desde Poinsett hasta «Tony» Garza todos los agentes enviados por Washington han resultado (quién más, quién menos) verdaderos «castigos» para nuestro país. Del México antiguo se enorgullecía el meshica, su fundador:

Mientras el mundo permanezca no acabarán fama y la gloria de México-Tenochtitlan…

Elogio que difiere de la visión expresada siglos más tarde por el viajero y primer embajador de los Estados Unidos en México-Tenochtitlan. Ya instalado en esta ciudad capital, aquí la versión (aversión) personal que «transmitía a sus amigos en EU». A muchos nos escuece, pero…¿exageraba Poinsett?

«Hay cuando menos 20 mil habitantes en esta capital, cuya población no excede de 150 mil almas, que carecen de domicilio fijo y de modo visible de ganarse la vida. Después de pasar la noche a veces al abrigo y a veces a la intemperie, salen en la mañana como zánganos para mendigar, robar y en último caso trabajar. Si tienen la suerte de ganarse algo más de lo necesario para sus subsistencia, se van a la pulquería. Ahí, hombres y mujeres tirados en el suelo, durmiendo la mona (…) Son rateros y carteristas sumamente diestros.

El mercado: «Multitud de léperos, a quienes me advirtieron que no tocara, pues sus sarapes hierven de bichos asquerosos».

¿Inseguridad pública, problema exclusivo del México actual? No, que ya en 1822 lo atestiguaba Poinsett: «Los comerciantes de México pidieron licencia para exportar el numerario desde meses antes, pero se les dijo que los caminos estaban demasiado inseguros para permitir el transporte de valores a Veracruz; que se hablan dado pasos para extirpar a las hordas de bandoleros que infestan esta región del país; que se daría aviso tan pronto pudieran pasar las conductas sin peligro. (…) Teníamos pensado ir al teatro y tomamos nuestros sables para poder regresar a casa de noche sin peligro. Esta les parecerá una extraña precaución en un país civilizado, pero aquí es absolutamente necesario. El portero de nuestra casa, al verme salir de noche, recién llegado, sin armas, me censuró por lo que tuvo a bien calificar de temeridad mía; me dijo que eran numerosos los robos y los asesinatos…

Comercios y comerciantes. «Los ingresos del gobierno derivan de los derechos sobre importaciones y exportaciones, de acuerdo con el arancel formulado a gran prisa y cuajado de errores. Como consecuencia de los altos derechos y del modo arbitrario de cobrarlos, se introducen de contrabando mercancías en gran cantidad…» (¿Ayer nada más..?)

¿Y qué hay de la deuda? ¿Qué de la burocracia? «La deuda del gobierno anterior ascendía a 36 millones. La acumulación desde entonces, a causa de reclamaciones y préstamos forzosos, que han sido los medios a que ha recurrido el gobierno para suplir las deficiencias, ascienden a unos 25 millones, lo que hace una deuda nacional de 61 millones de pesos». El presupuesto para el sostenimiento del gobierno es muy elevado, y el número de personas empleadas en los diversos ramos de la administración aumenta, de modo excesivo, los gastos de ésta». ¿El agro? «Ese, consigna Poinsett, está completamente arruinado».

¿Justicia en México? «Los abogados: un gremio numeroso y la práctica de la abogacía no es, como en EU, un llamamiento a la justicia imparcial, sino al arte de multiplicar actuaciones y de aplazar resoluciones hasta conseguir el apoyo del juez por medio de influencias y sobornos…»(¿Así era?¿Ya no…?)

Las mujeres: «Las casadas son de modales muy agradables. Se dice que son fieles al amante favorecido y que una intriga de esta clase no afecta la reputación de una dama».

La religión: «Sienten placer infantil al marchar en procesiones y para ellas se visten del modo más fantástico, y los sacerdotes han considerado necesario permitirles que mezclen sus danzas y mojigangas con las ceremonias católicas (…) Son los campesinos, sobrios, industriosos, dóciles, ignorantes y supersticiosos. Dejan que sus sacerdotes los manejen para bien o para mal. Los sacerdotes ejercen una influencia ilimitada sobre las clases bajas y altas y se oponen a las libertades civiles (…) El clero posee fincas muy extensas y ricas, y una proporción bastante elevada de las tierras está hipotecada a su favor».

¿Valoraban los mexicanos su recién conseguida libertad? (Eso, y la funesta relación de Poinsett ¡también con el pueblo de Cuba! un día de estos.)

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