Ese infierno apodado secuestro, mis valedores, o lo que es lo mismo: ese cáncer que daña la viva entraña de la sociedad y nos resulta amenaza latente aún más espantable que el narcotráfico. De la industria del secuestro y sus horrores me entero por los reportajes y el material gráfico de la prensa escrita, como tantos de ustedes en el cinescopio, por medio de López Dóriga y demás pontífices de la nota roja. El secuestro, esa industria nefanda…
Al parecer, sus primero amagos en nuestro país no presagiaban una tan escalofriante virulencia. Más inclinados hacia la vertiente del esperpento, los inicios de la que se tornó industria espeluznante se perciben hoy todavía inocentones, aunque ya con sus amagos de crueldad. Aquí, rastreando desde hace tres décadas y tal como lo denunciaba la prensa escrita, el que parece ser el nacimiento de semejante horror. Dice, en sus párrafos que me parecen los esenciales, la nota del matutino fechada en 1977, que transcribo tal cual:
«En lugar de que el secuestro que planearon y cometieron les hubiera dejado dividendos que los hubiera sacado de pobres, les causó gastos por más de 500 pesos y su captura. Patricio Pineda y su hermano Ricardo, de 34 y 18 años de edad, fueron quienes plagiaron a Fernando Aguirre a quien durante 72 horas le dieron de comer y mantuvieron en cautiverio.
Este secuestro es el más «simpático» de todos en lo que ha intervenido la policía, porque el secuestrado fue sacado de su casa no con engaños, sino con súplicas de sus plagiarios. Confesaron los detenidos que cuando tuvieron en su poder a Fernando, amigo íntimo de los dos hermanos, le dijeron que estaba secuestrado. Lo llevaron al pueblo de Pino Suárez, en el estado de Hidalgo, donde le dieron alojamiento y sustento. Nunca estuvo incomunicado, pues su estancia la aprovechó para conocer el poblado y los familiares de sus secuestradores, quienes le hicieron objeto de algunas fiestas de ‘bienvenida’.
Patricio dijo que al día siguiente de que se llevaron a Fernando Aguirre, se comunicaron con la esposa de éste y le pidió que solicitara a la empresa DM Nacional 250 mil pesos como rescate de su esposo. Las negociaciones duraron tres días, pero no recibieron respuesta favorable y al desesperarse, el propio Patricio fue hasta la casa de la esposa del secuestrado, con la que habló personalmente y le dijo que por lo menos le pagara los 500 pesos que había gastado en su marido, asegurándole que lo alimentaron bien…»
Y con la sintaxis secuestrada al igual que el adolescente (trece años apenas), la nota del matutino fechada en 1976: «La señora Marta Lara de Castillo acaba de ser víctima de un secuestro en la persona de su hijo menor de edad. Ella acaba de recibir una nota de los secuestradores, con el texto siguiente, palabra a palabra:
«Tenemos secuestrado a su hijo, y si coopera con la cantidad abajo especificada no le pasará nada a su mocoso. Adelante se le dirá cómo y cuándo y lugar. Será frente a la escuela 164; cómo: puros billetes de a (y la denominación) dentro de una bolsa rellena de papeles. Si no lo cree mire lo que viene dentro del envuelto donde viene esta carta (la nota de prensa no aclara qué pudo haber contenido el tal envoltorio). Señora, si no coopera no se le devolverá a su hijo, si coopera se le devolverá el domingo por razones de seguridad. Sí avisa a las autoridades o a alguien de sus parientes a su hijo no lo volverá a ver, somos dos, así que no se arriesgue. Se lo decimos con cortesía, de lo contrario a su hijo lo volverá a ver en el panteón. Recuerde: el precio para que vuelva a ver a su hijo es de 200 pesos en puros billetes de a diez pesos…»
Adolescente el uno y adolescente el otro. Del secuestro del menor ocurrido en 1976 al que se perpetró 23 años más tarde, ¿cuánto logramos descender en la escala del respeto al humano y trepar en la de la crueldad ? Aquí, la distancia entre dos secuestros de adolescentes: Cuernavaca, Mor., noviembre de 1999.- «Una tía del menor de once años Jesús Cerón Mancilla fue quien ordenó a los plagiarios mutilarle una falange para presionar a los padres a entregar un millón de pesos, adicional a los 700 mil pesos que habían aportado en una primera negociación, declaró el secuestrador Reyes Rosas Armenia, integrante de la banda de 14 sujetos que durante cinco meses mantuvieron retenido al niño en una casa atado con cadenas a un mueble.
«Me obligaron a decir a mi madre que le importaba más su dieron que mi vida. Que entregara el dinero porque me dolía mucho mi dedito cortado».
El menor ha quedado anímicamente afectado y con quemaduras recientes en los brazos con colillas de cigarros…»
De los aprendices de plagiarios a los Caletris y Mocha-orejas, mis valedores: ¿cuánto hemos conseguido refinar métodos y dosis de crueldad del hombre, lobo del hombre, que dijera mi tocayo Hobbes? (En fin.)