Los placeres solitarios

Yo, mis valedores, (¡a mi edad!), acabo de proporcionarme uno de estos placeres, aunque poco tuvo de placer y mucho de solitaria frustración, desaliento y ridículo. ¿Y saben por qué? Nomás imaginen: fui sorprendido con las manos en la etc. Ustedes, cuando se dispongan a experimentar la agonía y el éxtasis, a tomar sus precauciones. Por sí o por no. Lo mío fue ayer, y fue así:

Silencio en la noche, ya todo está en calma. Una vez comprobado que la casa dormía yo, aquellas fotos escondidas entre las hojas de un inocente Playboy de fecha atrasada (y qué conque: el material gráfico no había pasado de moda porque no vestían ropitas cuyo estilo envejeciera), me escurrí hasta cierto lugar excusado y vamonos: a crecerse al castigo. (¿Quizá estoy siendo demasiado extrovertido? Al claror del de veintitantos wats ahí me tienen sus buenas mercedes mirando las fotos hasta bizquear, observándolas a lo largo y ancho, dándome pasones (con los puros ojos) en tales valles umbríos, carnazas y rinconeras, montículos, hondonadas y remolinos en fruncimiento. Comencé a resollar así, oigan: gordo, gordo…

Para que ustedes no caigan en tentación y a lo estéril saliven, ahora procedo a proporcionarles la descripción de las fotos, con el desenlace fatal. Ocho, diez, ¿cuántas eran las tales? perdonen la imprecisión; el horno no estaba para ponerme a contarlas, pero una era de Felipe Calderón, otra del bibelotito Creel y otra más del Bebeto Cárdenas. Junto a ellas la de cierto castorcillo dientón, sonriente, al que se le advierte la música por dentro. En una de esas, al bajar las fotos, el repentino Madrazo, que casi me fuerza a soltarlos, Playboy y fotos! Y tras el Madrazo, Jackson, Montiel, y esas fotos tamaño infantil, con infantiles del tamaño de un Núñez, un Yarrington.un…

Ahí, extendidas entre el lavabo y la taza, yo, resollando gordo, comencé a decirles entre mí, como si orase ante la vera efigie de otros tantos asesinos cristeros encaramados a los altares por una ventolera del difunto Juan Pablo II:

– Señores presidenciables: humanos son como yo, con mis mismos achaques, apetencias y necesidades:
Mañana, cuando amanezca, habrán de acudir puntualmente a un sitio como este donde miro sus fotos. Bien (o apenas regular). Ya cuando hayan desfogado toxinas, bacterias y ácidos corpóreos urgidos de librarse, y ya aseadas sus manos, señores presidenciables: por su mamacita santa o no tanto, mírense en el espejo, el de su baño. Obsérvense y hagan un par de gestos y muecas así, miren. Frúnzanlo, arrúguenlo, el ceño; enderécenlo, el índice, y ante el espejo amaguen con un: ¡Mexicanos!, un ¡Compatriotas! Un-. ¡Chiquillas y chiquillos..!

¿El propósito de semejantes desfigures? Un ejercicio del propio conocimiento, señores presidenciables: constatar que son seres humanos, y que si lo son ahí, en el lugar excusado, lo serán también en Los Pinos, donde existe también tal lugar, sólo que recargado de lujos para que el elegido se recargue a gusto. Aquel de ustedes que resulte el elegido no pierda la proporción; no despegue sus pies de la tierra; no permita que la industria del periodismo me lo maquille hasta el punto de la deificación sexenal, y me lo conviertan en patético dios de pacotilla seis años, lo más.

Mírense, obsérvense al espejo. ¿Alguno tiene pinta de santón, iluminado, héroe epónimo, padre patricio, chamán, dios tutelar, mesías? ¿Cómo, si son ustedes unos mediocres irremediables, que volviendo a nacer mediocres, y así per sécula seculorum? ¿Por qué hoy seres del montón y carismáticos ya en Los Pinos? ¡Otra versión de Echeverría-López Portillo nunca más! (Claro, tampoco caer en el polo opuesto, de arrastrar por los suelos, como unas sucias faldas cualquiera, la figura presidencial.) El ganador del torneo de copa 2006, autocrítica-, el que llegue no pierda los sesos (¡ni los esos, sobre todo ante el gringo!), que ninguno de ustedes tiene tamaños de estadista, qué va a tener. El que llegue y los demás tienen como destino el desván de la Historia, sin más. Usted, el que resulte ganador, ¿basta ya del presidencialismo! ¡Presidencialismo ya no, basta ya de..!

Y ante las fotos manoteaba, frenético. Ya no un nuevo Echeverría, no un López Portillo, nunca más una Carmen Romano, una Mari…! Ahí sentí aquellas manos y oí la voz, en susurro: «Los vecinos encienden su luces, cálmate. ¿No oyes ladrar los perros? Bebe esto, mi amor, no grites…» (Tila, borraja. Mi única me sacaba sudor, lagrimones, babasa, moquis.) «No lo tomes tan apecho, mi amor». /» ¡Es que un mediocre de estos se nos va a volver sexenal! ¡Otro Madrazo, mi amor! ¡Las masas siguen delegando en estos! ¡No quieren asumir, y así darse un gobierno aliado! ¡Y yo tengo que pagar las consecuencias..!»

– Cálmate. Ven. Te entibié tu lado en la cama…

Yo, como zombi; como sonámbulo. Y el hipo aquel. ¿Cree, bebeto? (¡Dios!)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *