Piedra de Escándalo

La pildora del día síguiente, mis valedores. La tal produjo el primer escándalo hace año y medio, cuando la anticoncepción de emergencia se dio a conocer. Hoy vuelve a explotar el conflicto, esta vez entre el titular de la Secretaría de Salud, Julio Frenk Mora, y el cardenal Norberto Rivera. De árbitro (¡imagínese!) Carlos María Abascal, titular de Gobernación. Interrogado al respecto, en sólo una frase lo anuncia el ultraderechista católico:

Mi compromiso con la vida es indeclinable

¿Que la decisión de incluir el anticonceptivo en el cuadro básico se tomó después de consulta con la Organización Mundial de la Salud? Responde Norberto Rivera: México es mucho más amplio que el organismo internacional. Ello, a pesar de evidencias de naciones como China y Estados Unidos, donde el anticonceptivo hormonal poscoito ha reducido dramáticamente el número de abortos. Y a propósito: a la aparición de la pildora para el siguiente día clamó, aspaventera, la Arquidiócesis de México:

La pildora de emergencia erige al gobierno y a sus autoridades de salud en jueces que deciden quiénes viven o quiénes deben de morir. Son verdugos que, utilizando el dinero de los impuestos, llevan a cabo un genocidio de inocentes.

Respondían voceros del Sector Salud:

Este método no es de ninguna manera abortivo, pues lo que hace es inhibir la ovulación e impide que se una el óvulo con un espermatozoide. Una vez que se ha instalado el embarazo, la pastilla no tiene ningún efecto.

Ahora que, según todos los indicios, ni siquiera las leyes se ponen de acuerdo. En su Artículo 22 lo estipula el Código Civil: Desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley, y se le tiene por nacido para los efectos declarados en el presente código.

Pues sí, pero el 131 Bis del Código de Procedimientos Penales:

El Ministerio Público autorizará en un término de veinticuatro horas la interrupción del embarazo (…) cuando ocurran los siguiente requisitos: V: Que exista solicitud de la mujer embarazada. Las instituciones de salud pública del distrito Federal deberán, a petición de la embarazada, practicar el examen de la existencia del embarazo, así como su interrupción.

Mientras tanto, a lo recurrente, periódicamente estalla, ruiderío de petardo y de chinampinas, el vocablo polémico y escandaloso; ¡aborto! Una y otra vez ¡aborto! salta a la polémica con su prestigio de tabú y sus efectos colaterales de crispación, turbulencias y espantajo de cárcel y excomunión. El pretexto, esta vez, como hace año y medio, ha sido la pildora «del siguiente día», método de anticoncepción hormonal para después del coito que, como método de planeación familiar, han autorizado las autoridades del Sector Salud. Vivo de reflejos, el alto clero se esponja, se encrespa, pinta su raya:

Se trata de una pildora abortiva, que interrumpe el proceso de vida de un ser humano que está en desarrollo, y que tiene todos los derechos, como el fundamental a la vida..!

La del embrión, como lo nombra la Ley General de Salud desde el momento de la concepción hasta la semana número 12, y hasta su nacimiento, feto; la del individuo, como lo denomina en su Artículo 22 el Código Civil. Yo, ante un método de planeación familiar que, según Norberto Rivera, cardenal de la Iglesia Católica, es «un método que asesina a inocentes», digo a todos ustedes:

Pues sí, pero no. A mí aún no se me despejan las dudas ni se me aclaran las interrogantes que expresé aquí mismo hace algunos ayeres, una vez que me puse a investigar entre un nutrido racimo de especialistas del tema. Las dudas de siempre, al final: aborto, ¿un derecho de la mujer? ¿Un crimen en ciertas circunstancias legalizado? ¿Legalizarlo, no legalizarlo? ¿Cuándo sí y cuándo no? Y la pregunta que, para mi constituye la enjundia dé la controversia: ¿en qué momento lo concebido es sólo un embrión, un feto, un producto que puede ser expulsado como una adherencia más dentro del organismo, y cuándo ha adquirido la categoría de una vida humana que hay que respetar, preservar, o se cae en el asesinato? Mis valedores…

La polémica no es de hoy, que el tema ya fue ponderado por Tomás de Aquino. En nuestro México y en nuestros días, allá cuando el país se desplazaba «arriba y adelante», el propio gobierno, por aclarar en lo posible y desde sus ángulos moral, religioso, científico, etc., el asunto espinoso, convocó a un grupo de especialistas para con base en las conclusiones actualizar la legislación respectiva. Un día de estos, por que podamos calcular lo que de Echeverría a Fox y Abascal haya avanzado esa legislación, y cuánto (¿o habrá reculado?), aportaré datos, cifras y secuencia de la investigación. (Aguárdenla.)

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