Fox y Creel, ¿en tu cama..?

Según expertos consúltados, algunas de las lesiones que el detenido sufrió en abdomen y espalda fueron provocados por la aplicación de choques eléctricos mediante una venda mojada con la cual se le cubrió la piel, técnica utilizada por torturadores para reducir al mínimo las evidencias del maltrato físico… -La Jornada, 26 de abril, 2005-

La tortura en México, mis valedores, esa práctica abominable de todos los policías de todas las armas en todas las prisiones, todos los apandos y todas las cárceles clandestinas de todo el país. La tortura, método aborrecible con el que a la viva fuerza y a la sangre viva se arrancan confesiones a sospechosos de ser sospechosos de algo sospechoso que, «es parte del pasado». ¿O no fueron esas las palabras de miércoles que acaba de pronunciar Santiago Creel, Secretario de Gobernación, en la ceremonia de firma del Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura? Un lóbrego recuerdo del pasado, la tortura en nuestro país. Y si no, ¿preguntamos a los sospechosos de haber participado en el linchamiento de policías en Tlahuac? La tortura que se practica(¡ba!) en nuestro país. A propósito…

¿Fue en el Estado de México? ¿Fue en el Distrito Federal? A saber en cual de los dos se ubica semejante verruga polvosa de una tierra como apestada que se refugia más allá de las últimas casuchas ribereñas de todo sitio habitado. Entre Chalco y Ciudad Nezahualcóyotl, a mil leguas de este mundo, dos, tres casuchas de tabicón y lámina acanalada, dejada de la mano de Dios y sin un diablo cerca, me refiero a los de la luz, que el poste más cercano se mira allá, lejos, como un palillo de dientes encajado en el cuero reseco de la tierra baldía. Acá, en el poniente, un sol rojizo, abotagado de smog, va rompiendo nubes mugrosas para dar de cabeza contra un horizonte de viejos cresteríos que hace siglos eran volcanes. Aquí, en la penumbra del cuarto de tabicón:

– Y esta costilla, mi amor, ¿te duele? Creo que está rota…

Tendido en el camastro, el hombre puja, toma una tarascada de aire. La única, a la luz de la lámpara de petróleo, sigue enjarrando árnica, yodo, chorros de alcohol, en las mataduras de pecho, piernas, entrepierna. Ahí, sobre la mesa, el envoltorio: tortillas, nopales. A los brincoteos de la flama, el hombre alcanza a leer, de reojo, el cacho de periódico: luego, a la única: «¿Ya viste la foto de Fox? ¿Con qué fregadera nos sale esta vez? Lee, mujer».

La cual sota moza procede a desenvolver el envoltorio. Entre cuajarones de sebos, grasas y salsa borracha ya en el sufridero del crudón:

– Válgame, a ver si oyendo esto no se te infectan las heridas. Esta vez Fox nos salió con que: «En lo que respecta al gobierno federal, para nosotros, el convenio contra la tortura que acabamos de firmar ya está en práctica» Tal afirmó el marido de Marta, amor, y fue respaldado por el de Gobernación y de cierta estrellita del gran canal de desagüe (de big brotheres y demás inmundicias), a la que, dicen las lenguas de víbora prieta, se le atrinchiló al gran canal y le forjó un chamaco, que ojalá no nos salga tan «hombrecito» como ese aspirante a la presidencia del país: ¿Cómo se llama el chamaco, tú?

– Pero nena que eso ya parece la sección de espectáculos. Vuelve a lo que dicen esos hijos de la democracia, defensores de los derechos humanos que erradicaron la tortura. Ya viera yo a Fox y Creel aquí en mi catre…
– ¡Viejo! ¿Los dos? ¿Tanto así te cambió el reclusorio? Y Fox, tan feo…

– ¡Aquí los viera para que esos «defensores de los derechos humanos» certificaran que se pueden contar con todos mis huesos, según me dejó la carcelita clandestina de allá por el Ajusco!

– Ah, pues te hablaba de Creel, que besando la cruz lo juró en la misma ceremonia de la firma del documento contra la tortura: Esa, afortunadamente, es parte del pasado. En un estado democrático, de derecho, estas prácticas simplemente no tienen cabida…

– Ah, móndrigo, si hasta se me fruncieron, me refiero a las mataduras. Para contradecir a tales embusteros habernos dos: la realidad objetiva y el que habla: el que se queja, más bien. Cébale más mertiolate, mujer.

– Te va a arder.
– ¿Más de lo que me arden las palabras de Fox, esas de que la tortura es una práctica del pasado pluscuamperfecto? ¡Ah, chintetes, sí que arde!

– Aguántate. Es que la rodilla la traías en carne viva. ¿Pues en manos de qué psicópatas fuiste a dar, que así te desgarraron?

– Han de haber sido de los miles de policías que en los exámenes antidoping dan positivo. A ver, alúmbrale acá. ¿Ves? «Dan positivo por consumo de alcohol y cocaína».
– Me extraña, viejo, porque… (El lunes)

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