Partirle toda su madre…

México y la tortura, mis valedores. La inexistente tortura en nuestro país, según juran, a lo cínico, recientes declaraciones de funcionarios públicos. Erradicada la tortura, clama Vicente Fox, y yo digo: si tanto y a tantos ha lastimado esa «injusticia seleccionada» que, mentando leyes y un inexistente estado de derecho, este gobierno acaba de perpetrar, sé lo que digo, en casos como los del jefe de gobierno del DF. y los «Amigos de Fox», más nos lastima o debería lastimarnos el tartufismo, el enmascaramiento y la simulación con que los mismos desvergonzados han manejado esa llaga supurante en la pelleja social: una inexistente tortura que militares y policías aplican a los infelices sospechosos de ser sospechosos de algo sospechoso. Sí, «sospechosismo» vil. El grito de batalla del inexistente torturador:

– ¡Habla, carbón, y evítate una mayor nodriza..!

Por que calculemos el grado de simulación con que proceden esas «autoridades» tan faltas de autoridad y ese «gobierno» que simula gobernar, y para que sirva de marco a la fabulilla de mi invención, congrego aquí voces diversas de quienes, tan sólo al comienzo del pasado abril, aludieron a esa práctica aberrante de aplicar la justicia en nuestro estado de derecho. Mis valedores: ¿existirá documento internacional contra la tortura que no hayan firmado los torturadores de nuestro país? Lean y juzguen:

«México ha aprobado y ratificado dos convenciones sobre el tema específico de la tortura, una universal, la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, y una regional, la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. Además. Vicente Fox acaba de signar el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura, de la ONU, y se comprometió a establecer mecanismos para prevenir la práctica de la tortura que, según la ONU, aún es común en México».

Pero no; para un verdadero gobierno torturador un protocolo y dos convenciones no iban a ser suficientes: «Nueva York. México presentó a las Naciones Unidas el instrumento de ratificación de un instrumento adicional a la convención contra la tortura. Asimismo, hizo notar que en materia de derechos humanos, a México sólo le queda por ratificar el Estatuto de la Corte Penal Internacional (CPI), cuyo proceso culminará dentro de poco».

La tinta todavía fresca en la pluma y la pluma todavía en la diestra de Vicente Fox, ahí tomó la palabra y acusó a los torturadores un Anders Kompass, Alto Comisionado de la ONU:

«La tortura sigue siendo una práctica extendida en todo México. No obstante, la firma de acuerdos internacionales para erradicar la tortura, ésta sigue siendo una práctica muy recurrente en la mayor parte de los países, y en algunos casos, incluso justificada en el contexto del combate al terrorismo por razones de seguridad nacional. México no es la excepción…»

En La Palma fui torturado físicamente. «Aquí te vas a quedar, aquí te vas a morir, el que llega aquí ya no sale», me decían. Estuve seis dfas sin tomar agua. El agua fría era mi papel sanitario. En una posición inclinada me hacían mostrar los glúteos a una cámara. Me sentía muy avergonzado y pensaba que seguramente en alguna oficina de la PGR me estaban mirando por la pantalla…

Mientras, esto acusaba Nahúm Acosta Lugo, ex-encargado de giras presidenciales, El Centro por la Justicia y el Derecho Internacional aludía a diversos casos de tortura y ante el sistema interamericano de derechos humanos acusaba al gobierno de Vicente Fox:

«La tortura en México sigue siendo una práctica común, poco investigada. Ahora tratamos una treintena de casos contra México, entre los que se encuentran algunos de confesiones arrancadas bajo tortura en este sexenio».

Lo que es público y todos sabemos o deberíamos saberlo: que Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura «de enero de 2001 a diciembre de 2003, en el sexenio de Vicente Fox, documentó 62 casos de tortura».

«¡Mis hijos!», alcanzó a implorar Nahum Acosta Lugo momentos antes de ser arrojado al piso de una celda de segregación en La Palma.

«Ya no los volverás a ver», le gritó uno de los dos gigantones que lo hablan llevado en vilo, esposado con las manos atrás, después de una sesión de torturas y humillaciones. «Aquí te vas a morir. El que entra aquí ya no vuelve a salir, porque aquí si hay gente con muchos huevos..»

Fueron codazos, apretadas de pescuezo, y cuando se dieron cuenta los oficiales de quién era yo, el puesto que tenia, se disculparon y me dijeron: «Nahúm, usted disculpe, no sabíamos que usted trabajaba para la Presidencia. Nosotros sólo recibimos esas instrucciones: partirle toda su madre». Dios. (La fabulilla, mañana.)

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