Redrojo histórico

Esta vez, mis valedores, el cascajo histórico. Esta vez la basura olvidada en el desván de la Historia, vale decir: hoy, el lechero aquel que a semejanza de Zeus a su padre Saturno y éste a Urano, su padre, destronó y destruyó a Lombardo Toledano, su progenitor. No al modo mítico de cortarle los genitales, que Lombardo mostró, con sus hechos, no poseer, sino derribándolo del pedestal obrero para encaramarse él como líder perpetuo de la difunta (o casi) Confederación de Trabajadores de México, qué país. Esta vez, con el pretexto del ritual que a lo patético y con la derrota del gigante obrero se dramatizó ayer, recuerdo cuando el recién muerto Fidel era «eternizado» en bronces que hoy se oxidan de incuria, abandono, olvido definitivo. En una de esas, ante la nueva estatua del líder, las variopintas expresiones:

El político muy a la vieja escuela del Revolucionario Ins., que con el frustrado Madrazo a López Obrador ya sentía el aroma de Los Pinos (¿la pestilencia? Vamos, México.): -«Regia ubicación para revivir la esforzada tradición del acarreo de rancheros y cetemistas. Ya imagino mi foto con el monigote al fondo, y en derredor las viejas, me refiero a aquellas multitudes que, delirantes y matraqueras, se congregaban a la advocación de procampos y pronasoles, qué tiempos. Pero un Madrazo a tiempo y volvemos…»
El escultor.- «Ahora, a esperar más pedidos de políticos lambiscones. Que écheme una de presidente con Coca-Cola, que fórjese una pedestre para nuestro señor gobernador, al que siempre agarran pedestre, y que ahora un par de bustos para los berriondos ediles del municipio. Y yo, a sacar la tripa gorda…»
El de los arreglos florales.- «Ahora sí, a vender hartas coronas fúnebres para los consabidos mitotes políticos del Revolucionario Ins…»
El historiador.- «Podrían haberme consultado, caracso. Una cosa es el barroco tropical y otra, muy otra, la verdad histórica. Con legajos les demuestro que una estatua de Fidel tiene que ir en una postura de las de acá, miren, como culimpinándose ante el…en fin».
El critico de arte: – «Me van a oír, y seré implacable. Claro que me van a oír. Semejante atentado contra la estética no puede quedar impune. Qué es eso de mezclar lambisconería con churrigueresco y barroco tardío…»
El grabador de la placa al pie.- «¿La metí, no la metí, me refiero a la pata? Velazquez, digo, con cuál ve va: si con ve de vaca o con be de burro. Yo, para ir a lo seguro, se lo dejo con be de güey. Total…»
El sindico municipal.- «Gastos son gastos. Se habrá de crear un impuesto especial por concepto de mantenimiento de estatua y yerbas adyacentes. Una especie así como que de IVA chiquito, un fobaproíto de este tamaño. Total, que los paisas están acostumbrados y ni lo van a sentir. Son tan aguantadores;..»
Un inspector.- «Mandarle hacer un letrero de este tamaño: prohibido estrictamente tirar basura y hacerse de las necesidades corpóreas. Todo ciudadano al que se sorprenda haciendo de su cuerpo será remitido…?
El jardinero.- «Y en derredor, a plantar geranios, mis amados geranios. Tibutinas, tal vez. Una yedra, dos, muchas bugambilias que se trepen por el bronce, pobrinas ellas, y logren cubrir semejante adefesio…»
El agente viajero sobándoselo a la sombra del bronce, un pie.- «Vaya, un buen punto de referencia: del armatoste, dos calles al norte. No hay pierde»
La solterona, al salir de La Purísima «Venir a media noche. Con espray rojo dibujar algo así, grandote, con todos sus pelos y señales, y al pie: Juancho Treviño, ¿sabes con quién te los pone tu Enedina? Firma: un alma caritativa».
El niflo de la patineta.- «Agarrarse de las ruedas esas a modo de anteojos, y desde allí encaramarse hasta las orejas, y ya desde arriba escupir al que va pasando. Chance y hasta una rociadilla…»
Un viejo, con su viejo bordón.- «Fresca sombra en los atardeceres. Para mis siestas, para recordar…»
El aprendiz de terrorista– «Seis de dinamita en la base. Con eso. Ya veo los titulares en todos los diarios: que fue el EPR, y que fue el EZLN, y que no, que los hermanos Cerezo…»
Un gorrioncillo de pecho amarillo.- «Ahora mismo alzo el vuelo, giro 180 grados encima, me perfilo, abro la compuerta y… ¡vamonos!, después, levantar el vuelo. Fortuna grande tener dos alas, de modo tal que no por chorrear de miércoles esa estatua de miércoles me puedan cerrar el pico, como en la tele y la radio se la cerraron al tal Valedor por un chiste contra Fidel, al que su ñora le pedía salir de la taberna y regresar a casa: «Nomás me echo este presidentito y allá voy…»
El aludido Valedor, todavía respirando por la herida.- «¿Alguno se habrá percatado de que las toneladas de bronce de Fidel, como las del tal Colosio, están huecas y sustentadas en pies de arcilla? Es México, mi país». (En fin.)

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