Crímenes de odio

La Iglesia Católica, mis valedores. Estacionada en los tiempos oscuros de una teocracia fundamentalista, se desplaza a reculones, a contracorriente del calendario. Su anacronismo a nadie debería escandalizar si no intentase imponer sus reglas en un Estado laico como es o era el nuestro hasta los gobiernos del Verbo Encarnado. Hago de lado el relato de Borges prometido ayer para referirme al  activista de los derechos de la diversidad Cristian Iván Sánchez Venancio, asesinado el pasado sábado por su preferencia sexual. El odio atizado en la cuna de la revuelta cristera, del Sinarquismo y El Yunque:

“La arquidiócesis de León, Gto, ha divulgado una directiva que prohíbe a las mujeres acudir a las iglesias con minifaldas, escotes, mallones o shorts”.

Tal mojigatería ya se había manifestado en nuestra ciudad y varias más con los espectaculares que hacía propaganda al brassiere, y ahora pronto la prohibición para que el personal femenino que labora en el gobierno municipal de Guadalajara se presentase a trabajar con pantalones, con blusa escotada, con minifalda. El escándalo que provocó semejante medida llegó a los medios de condicionamiento de masas,  y el gobierno del municipio tuvo que recular. Pero no sólo entre nosotros…

La cerrazón, el prejuicio y el odio a la diferencia sexual son también lacras de Venezuela, donde hace algunos ayeres un gobernador emitió el siguiente Decreto:

“Considerando. Que es público y notorio la presencia en nuestras ciudades de ciudadanos de conducta inmoral que se visten de mujeres y transitan por las calles; que estas personas no tienen ninguna razón de existencia legal, que nuestros ordenamientos sólo reconocen la personalidad de Hombre y Mujer; que el Gobernador, como Primera Autoridad, tiene el deber de erradicar este tipo de situaciones que atentan contra la Moral y las Buenas Costumbres.

Decreta. Se prohíbe terminantemente que cualquier persona del sexo masculino se disfrace de mujer y circule por las vías públicas. Las personas que sean sorprendidas por la autoridad pública, serán detenidos (sic), conducidos inmediatamente a la Comandancia de Policía y  encerrados hasta nueva orden del Gobernador del Estado. Si el fin de las personas detenidas es la de imitar a las personas del sexo femenino, suplantando su personalidad con ademanes y con el uso de prendas femeninas, se les impondrá una pena de tres años de prisión y serán sometidas a experticias psiquiátricas. Quienes no estén disfrazados,  pero que la autoridad perciba ademanes afeminados o amanerados, serán encerrados en prisión, como también la persona del sexo masculino que sea sorprendido con estas personas”. El Vaticano:

“Los enfermos de SIDA no deben convertirse en héroes, no lo merecen. Son seres enfermos. La homosexualidad es un verdadero  crimen. La Iglesia Católica rechaza a los homosexuales, así como el uso del condón, fuente de toda clase de prostituciones”.

Guadalajara: “En  el albergue Beata María de Jesús las misioneras del “Corazón de Cristo Resucitado maltrataban a los enfermos, porque “Las personas infectadas están recibiendo un castigo por sus pecados sexuales”.

Javier Lozano, cardenal:

– Actuar contra la naturaleza y contra la dignidad del cuerpo ofende a Dios. Los homosexuales no entrarán en el reino de los cielos.

Consecuencia de tal prédica del odio, el pasado sábado fue asesinado, “con los patrones de otros crímenes de los llamados de odio”, Cristián Iván Sánchez Venancio, activista social. Es México. (Qué país.)

Beatitud

El presente, mis valedores, es un recado para el flamante beato Juan Pablo II. Mister amigo de México:

Comienzo, señor, con la aclaración para mí indispensable: por más que unos intereses nebulosos me lo hayan empericado allá, en la mera cumbre de unas honras que para mí siempre serán honras fúnebres, ya hoy sea  beato y mañana santo  usted nunca ha sido ni nunca será santo de mi devoción. Beato señor:

Antenoche soñé que la aureola todavía con la etiqueta de fábrica, usted  se me quedaba viendo con un fulgor de sorna en los ojos, y que  se burlaba de mí con la frasecita que me hincha los hígados:

“Haiga sido como haiga sido” yo ya ando acá arriba. Ese fue el primer milagrito con el que me estrené de beato, cómo la ves.

A ver, a ver: ¿de veras se siente beato? ¿Desde cuándo, señor? ¿Cuánto le vino costando  la beatitud?   ¿No le provoca un tanto así de verguenza saber que  a los altares lo encaramaron la mercadotecnia y unas jugadas de ajedrez, de pizarrón,  para dar en muchos sentidos respiración artificial a la institución clerical con la que en el siglo IV sustituyeron al cristianismo Constantino y su reverenda madre, la  Santa Elena?

Porque no se engañe, señor, no pretenda engañarnos: no fueron sus méritos personales de histrión mundial los que lo treparon en las alturas, sino unas circunstancias perfectamente mundanas. Hablando en plata, la del Banco Ambrosiano que usted manipuló con el electricista Walesa en la mente: este de la beatitud es un milagro de la Casa Blanca y una treintena de mega-ricos aborígenes, de la industria del periodismo y, por supuesto, de la sotana y la capa pluvial. ¿Que tienen más mérito para la aureola don Sergio Méndez Arceo, don Samuel Ruiz y tantos beneméritos de esa Teología de la liberación que usted intentó asesinar a mansalva? Ahí está, si no,  monseñor Oscar Arturo Romero, santo sin aureola de sololoy; pero no, que en su momento, desde el púlpito y con la diestra sobre la Biblia, lo proclamaron los Norberto Rivera, Sandoval Iñiguez, Onésimo Cepeda, Carlos Aguiar y cofrades:

Oscar Arnulfo es un peligro para México…”

A mí, beato señor, inadvertida me pasaría su aureola sietemesina si no fuese porque estudio la historia, esa estrella polar que me guía y advierte: cuidado, mucho cuidado, que este beato pudiese tratar de “legitimarse” y en el objetivo imposible acudir a la más audaz, temeraria e imprudente de las medidas públicas: arrojar el Estado a  una guerra contra evangélicos, adventistas o puritanos tardíos, si alguno encuentra a su paso. ¿Así piensa desangrar los dineros de El Vaticano para financiar una guerra insensata? Una vez que su guerra particular amenace con ahogar en tsunamis de sangre, lágrimas y dolor todo El Vaticano, ¿piensa disfrazar el horror de la cotidiana masacre con el eufemismo de “lucha”? Qué regazón de cadáveres, qué sembradío de fosas clandestinas  irían a cubrir el territorio de El Vaticano…

Finalmente, señor: cuando ya con el tercio no se levante, ¿sería capaz de violar una vez más las leyes del Estado y viajar hasta mi país con el solo propósito de suplicarle al señor de Los Pinos que le haga el milagro, y se lo implore con ruegos tan  lastimeros y lastimosos como estos:

“Padre santo, estamos sufriendo por la violencia. Ellos, los habitantes de El Vaticano, lo necesitan más que nunca; estamos sufriendo. Lo estaremos esperando”.

¿Será usted capaz, santo beato impostor? Lo dudo. Después de todo es usted, cuando menos, un  varón enterizo. En fin. (Laus Deo.)

A su memoria

Y qué hacer, mis valedores. Se nos fue don Samuel Ruiz García,  mientras que acá se nos quedan finqueros, comerciantes y el alto clero católico, enemigos ancestrales de un indígena chiapaneco huérfano porque se le murió el padre, el tatic. Más tarde he de referirme a su tarea pastoral dentro de la palabra viva del Evangelio, que predicó desde la Teología de la Liberación. Mientras, aquí un esbozo de ese Chiapas de indígenas y terratenientes que marcó el mundo del tatic Ruiz García.

Ocosingo, 1994. “¡Religión y fueros! La vieja consigna de militares, terratenientes y el alto clero tronó una vez más. ¡Acábenlos, aniquilen a todos esos de una vez por todas!

“El grito se paseó por las calles en boca de ganaderos que niegan ser caciques, comerciantes que rechazan ser encarecedores de precios y   finqueros que protestan si se les dice latifundistas:

– ¡Que se acabe, que se aniquile de una vez por todas a esos indios!

“Finqueros,  ganaderos y comerciantes, en marcha por las calles, son los más ricos de la región. ¡Aquí todos somos gentes decente. Si los indios no tienen ni lo más indispensable es porque son flojos y no producen ni lo que se comen! ¡La gente que tiene es porque trabaja! ¡Los indios no producen ni para ellos mismos! ¡Y todavía el obispo les da de comer!”

En Canek, de Abreu Gómez: “El padre Matías decía misa por las tardes. En los sermones no hablaba de los milagros; prefería explicar cosas relativas a la injusticia de los hombres. La iglesia donde oficiaba se llenaba de gente, es decir, de indios. Los ricos se quedaban en casa, murmurando. A los que le llamaban la atención por su conducta, contestaba:

– Has de saber que para eso tengo permiso del señor Obispo.

Las limosnas que recogía para el culto las repartía entre los indios. A los que le pedían explicaciones, decía:

– Has de saber que el padre Matías le dio permiso al padre Matías para hacer la caridad del mejor modo posible”.

México, 1995. Diputados priístas enviaron una carta a Juan Pablo II, con esa sintaxis: “Santo Padre: Comunicamos a Su Santidad con todo el respeto que el pueblo de Chiapas y México, durante 18 meses ha estado viviendo un conflicto armado que lejos de resolver la marginación de las comunidades indígenas y ante su indisposición al diálogo, el conflicto armado se ha convertido en interés político de desestabilización.

“Papel muy importante en esta situación ha desempeñado el obispo de la diócesis de San Cristóbal, Samuel Ruiz García, y los párrocos y catequistas de dicha diócesis, pues ha sido evidente su trabajo promotor al odio y al enfrentamiento entre hermanos, actitud que habla del trabajo pastoral. Por lo que solicitamos a usted en bien de México, de la Iglesia católica y de Chiapas que el obispo Samuel Ruiz García sea removido de esa diócesis a cualquier otro lugar, pero fuera de México”.

Pero el padre Matías se nos ausentó de su ermita; el tatic Ruiz García se alejó al modo de Canek, héroe maya, y el niño Guy, difuntos como el propio  tatic:

Cuando Jacinto Canek subió al patíbulo, los hombres bajaron la cabeza. Por eso nadie vio las lágrimas del verdugo (…) En un recodo del camino Canek encontró al niño Guy. Juntos y sin hablar siguieron caminando. Ni sus pisadas hacían ruido, ni los pájaros huían delante de ellos. En la sombra sus cuerpos eran claros, como una clara luz encendida en la luz. Siguieron caminando y cuando llegaron al horizonte empezaron a ascender”.

Con ellos ascendía don Samuel Ruiz García, el tatic del indígena. (A su memoria.)

“Y mean agua bendita…”

El aumento al salario mínimo, mis valedores. El 4.1 por ciento, dos pesos con 32 centavos para la zona A, la privilegiada. Clama desde 1886 Louis Lingg, uno de los Mártires de Chicago:

Vuestras leyes están en oposición a la naturleza, y con ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar…

El Papa y los empresarios, a propósito. En vísperas de la visita final de Juan Pablo II a nuestro país, el obispo Onésimo Cepeda a los reporteros:

– Lo acabo de ver en El Vaticano, y la verdad, pues lo ví muy malito, pero sacará fuerzas de flaqueza y vendrá a nuestro país  a canonizar a Juan Diego. Creo que hay Papa para rato. Por lo menos para lo que  nosotros necesitamos, que es un mes y medio

Y una vez confirmada la visita del Papa, la Arquidiócesis de México:

– Para los gastos que ocasione la visita papal nos hemos apoyado en las escuelas y agrupaciones de los Legionarios de Cristo. Ya hemos invitado al padre Maciel. El Papa no nos cobrará por la celebración de la misa, ni los cardenales que lo acompañan. La misa de canonización de Juan Diego costará a la Iglesia lo que salga el recibo de la luz. Los camiones y todo eso corre a cargo de las empresas. Ellas patrocinan todo eso.

Lucas, evangelista: ¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios!

Y hablando de los tales: “Se convocó a los empresarios a participar con donativos en la realización del viaje pontificio”. Guillermo Ortiz, vocero del comité organizador de la citada visita papal:

– No sé por qué algunos miembros de la iniciativa privada no consideran costeable invertir en la gira del Pontífice. Hago un llamado a que los empresarios participen en este acontecimiento que es de la Iglesia mexicana, pero que tiene su repercusión para la vida de México y para la imagen de México ante todo el mundo.

Mayo de 1990. Ante el Papa se plantaron de hinojos los empresarios  mexicanos. El mensaje de un  A. Fernández de Castro:

Su Santidad: los empresarios deseamos el bienestar social de todos los que dependen de nosotros. Creo que los empresarios somos un medio del que Dios se vale para la administración de la riqueza temporal…

Habló después un Eduardo García Suárez, presidente saliente de la Conf. de Cámaras de Comercio, CONCANACO:

– Yo soy partidario, Su Santidad, de un capitalismo popular que, como la imagen de María, se intuye y se preanuncia…

G. V. Madero, empresario: “El Papa nos deja un paquetón. Claro, Su Santidad habla de lo que debería ser, no de lo que es en la realidad. Gracias a Dios, la visita papal redituó una ocupación hotelera del 100 por ciento…”

Patricio Martínez, dirigente de comerciantes:

– Su Santidad el Papa vino a reafirmar lo que nosotros ya sabíamos como doctrina social, tal como lo expresó el propio Juan Pablo II en torno al capitalismo, al lucro exacerbado, al amor del dinero y a la mala retribución al trabajo e injusta distribución de la riqueza. De alguna manera, nosotros ya la practicábamos, porque nosotros no defendemos el individualismo egoísta que algunos practican porque siempre hay abejas negras (sic). No,  Su Santidad no dijo que el dinero sea malo, lo que pasa es que, por supuesto, no lo podemos amar al mismo nivel que todos los empresarios amamos a Dios…

Un amor que para este año se acrecentó el tanto de dos pesos con 32 centavos. Tales son los feligreses del Padrecito Maciel, empresarios que “mean agua bendita”. (Dios.)

Histórico reculón

La ley para la despenalización del aborto aprobada por la ALDF pone en evidencia, una vez más, el rostro autoritario y fascista del PRD

Ocurrió después del atraco de 1988, cuando el oportunismo pragmático-utilitarista de un Salinas urgido de “legitimación” desnaturalizó el 130 constitucional y lo forzó a pegar el reculón histórico: “Las iglesias y las agrupaciones religiosas tendrán personalidad jurídica como asociaciones religiosas una vez que obtengan su correspondiente registro”.

Semejante reculón vino a desbozalar, una vez más,  el escandaloso protagonismo de un clero político que desde el púlpito y ya sin recato lanza anatemas y excomuniones, condena leyes que garantizan los derechos de la mujer, exalta a este político y sataniza a aquél y controla el voto de unas ovejas cándidas, mansas, enajenadas. Tal acusan la historia y la realidad objetiva, hoy como ayer.

El estudioso Lavine: La religión y la política, desde los orígenes de lo que conocemos como América Latina, dependieron una de otra y se influyeron una a la otra.

Contra el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo,  un Jonás Guerrero, obispo: ¿Qué diríamos de El Mochaorejas si nos dijeran que tiene derecho a secuestrar, a cortar los dedos de sus víctimas, a asesinar a nuestros familiares? Ahora “se justifican” los actos vandálicos de los asambleístas del PRD, que ellos llaman “derechos”…

El doctor José Luis Mora, político liberal: “Todo lo que incide en el fervor se capitaliza en poder político para la Iglesia. A mayor fervor popular, mayor control sobre los fieles, quienes se caracterizan por un alto nivel emocional, que no siempre va acompañado de una dosis de racionalidad. Cada mexicano debe preguntarse diariamente a sí mismo si el pueblo existe para el clero o si el clero ha sido creado para satisfacer las necesidades del pueblo”.

En el XCVIII Congreso Eucarístico Internacional de Guadalajara, Jal. (agosto del 2004), Santiago Creel, Sec. de Gobernación de un Estado laico: El gobierno  reconoce sin disimulo el papel trascendental de la Iglesia Católica, ahora en posibilidad de realizar abiertamente sus actividades, de brindar un servicio y de difundir su mensaje: un mensaje eucarístico de luz y vida.

El sacerdote Vicente Amil, citado por J. Meyer: “Ya sea que el príncipe haga buen o mal uso de su poder, ese poder siempre es conferido por Dios. Incluso si su gobierno es tiránico hasta el punto de que deje de ser un príncipe y se convierta en un demonio, incluso entonces… debemos seguirle siendo fieles, no permitiéndonos más recurso que el de apelar a Dios, Rey de Reyes que puede en el momento oportuno ayudarnos en nuestras tribulaciones…”

Dn. Jesús Reyes Heroles, ideólogo y analista de la Constitución, ponderaba el 130 Constitucional:

En el pasado, en México, a nombre de la religión se quiso entrar en el cambalache político; se politizó en el mal sentido la religión, y se dio origen a una mezcla lesiva a la libertad de conciencia y lesiva a la dignidad religiosa. Hoy, en otros países, a nombre del cristianismo se hace mala política, se defienden intereses, que no ideas o sentimientos; se entra en el toma y daca del comercio de las cosas y de los hombres al amparo de la religión. Nuestra Ley impide la posibilidad de estas actitudes que desmedran la religión, rebajándola de su sentido íntimo y personal, para convertirla en pretexto de facciones. Respeto a la religión y respeto a la política, que no otra cosa es nuestro Artículo 130 constitucional.

(Sigo después.)

Terrorismo sagrado

Terrorismo que hizo explosión la madrugada de ayer y que  me dejó el sistema nervioso hecho garras. Porque ocurrió que yo en sueños acariciaba a mi amantísima ausente cuando, de súbito, el estallido. “Párpados atrozmente abiertos a la fuerza”, brinqué del sueño a la explosiva realidad. ¡Terrorismo! ¿O sería el tanque de gas? Cuál gas, si a la primera explosión sucedieron muchas más: una a una, dos a dos, en manada. Pistojeé, miré al techo, calculé la forma de huir. ¡Pólvora!

Por el estrépito logré ubicar la fuente del terrorismo: la ermita de Santa Rita, la santa de mi barrio, que a deshoras de la madrugada alborotaba el fervor de unos penitentes en brama religiosa. ¡Bum, burrrum! El mastique de los vidrios comenzó a chisparse. El Rosco y su runfla de gatos, en la azotea, aquellos espantables aullidos como en medio del trance amoroso, como orgía sexual. Los perracos, lo supe más tarde, huían despavoridos, desparramando desechos. El barrio, convulsionado. Los estallidos activaron las alarmas de todos los coches del vecindario. Santa Rita de Casia…

Tembloriqueando bajé a la cocina y me preparé la primera vasija de infusión del día. Más tarde se reunirían conmigo algunos vecinos que daban su versión del estrépito parido por un rito religioso que ahora, a media mañana, se resolvía en música de banda, de tambora, de mariachis, de licor. Los bandazos de viento acarreaban retazos de la melodía, trompeta y guitarrón, desde el templo católico:

 “Esta noche saco un gallo – y lo saco con linterna – y lo paso por tu casa – a ver qué chivo me cuerna…

Cocina, comedor, cuarto de trabajo: a cada bombazo, histéricas y con tufo de cable chamuscado, las lámparas arrojaban luces altas, bajas, pálidas, rojizas. Llegó mi vecina del 16: “¿Lo pasará a creer? A cada explosión las hornillas encendidas en mi estufa se apagaban, y las apagadas se encendían”.

El vecino Fabián: “A los bombazos oí a mis dos fieras rod-wailer quejarse en la azotea. Subí, y válgame: atejonadas en un rincón, cimbrándose al espeluzno”.

Mediodía. Yo, solo y mi alma, pensando, nomás pensando. El indispensable estallido de pólvora en el templo de Santa Rita no sería tan grave de no haberse producido metástasis en todos los templos de la ciudad (del país), porque a cada capillita le llega su fiestecita. Mis valedores: ¿semejante derroche de pólvora qué quiere dar a entender? ¿Un alarde de religiosidad? ¿Armar alboroto, y friéguese el vecindario, sus nervios, su sueño, su tranquilidad? ¿En nombre de qué, de quién o de quiénes? ¿Qué ley los ampara contra el supuesto protector de vecinos, ese Bando de Policía y Buen Gobierno que, con su nuevo título, prohíbe ruidajos que afecten al vecindario? Yo hubiese querido que semejante terrorismo “religioso” hubiese estallado en las orejas de los políticos que se llenan la boca con su “estado de derecho y respeto a la ley”. ¡Bum, bummm..!

El padrecito, ancho, orondo y protagónico, se sentiría reina por un día, por una noche y una madrugada, con el vecindario aguantando a pie firme, que no a pierna suelta, la agresión de una pólvora (china) cuya venta “está prohibida en México”. El barrio, en tanto, la taquicardia…

Noche cerrada de un día difícil. Nublazón de humo. Partículas de pólvora suspendidas en el aire. Pestilencia por los flatos que ventoseó el de Santa Rita (el templo). Yo, al intento de dormir, imploré el auxilio del Cristo de mi cabecera. ¿Pero esas ojeras, ese divino rostro desencajado? Me dio una lástima. Y ni cómo auxiliarlo.  (Dios.)

Con la iglesia topamos…

México, 1º. de noviembre. La Pastoral Castrense del Consejo Episcopal Latinoamericano se reúne en el país para replantear su estrategia: que el Ejército les abra las puertas y evitar que los soldados caigan en la corrupción…

Así es, mis valedores: las aguas bajan turbias. Anubarrado se advierte el horizonte, y en la pradera soplan vientos electrizados. Tan ominosa turbulencia tiene su gestación en etapas de conflicto que desde tiempo añejos vive el país, y que entran en crisis por el vacío de poder que se origina en Los Pinos. Hoy, por ejemplo, el ejercicio de una política corrupta contamina la religión, y un ejército corrupto de esa religión contamina la política a un grado tal que entre ambas nulifican la aplicación de la justicia y desacreditan el ejército nacional, última institución que aún logra conservar cierto margen de prestigio y respeto de las masas sociales.

¿El nivel de eficacia que alcanza hoy el quehacer político? Fácil empresa rastrearlo: con que calibremos los beneficios que ha producido en las mayorías y el grado de paz y orden social que prevalece en el territorio. La influencia del clero político se puede captar en la “moral pública” de unas masas que en su aplastante mayoría se declaran católicas. Por cuanto a la justicia…

La acción de la justicia en las masas resulta muy difícil de rastrear. Conocemos la corrupción que genera el Estado, y ahí donde existe la corrupción no hay cabida para la justicia, como ahí donde existe la justicia no cabe la corrupción. Entre nosotros un elemento coexiste, familiar para todos y que todos conocemos: la injusticia. Todos, o casi todos, podemos hablar de la injusticia porque de ella siempre hay un testigo, que es la víctima. Por cuanto a la justicia, esa desconocida, constituye el supremo valor del humano y de la comunidad y la clave para alcanzar el máximo de felicidad en el máximo de humanos. Como virtud social busca que las libertades y la repartición de bienes sean las adecuadas. Así se alcanzarían la felicidad y una vida digna para la comunidad aquí y ahora, no en otros mundos, tan improbables, ya que no existe un testimonio veraz, uno solo, que, más allá de la pura fe, certifique su existencia. Mis valedores…

Siendo la justicia aspiración suprema del hombre, es la injusticia su segunda naturaleza La desigualdad está presente desde el nacimiento del humano y lo acompaña hasta que deja de ser. Sin la justicia en la comunidad afloran los peores instintos y se cae en la aberración y el linchamiento, esa patología que la ignorancia nombra “justicia por propia mano”. Mediocres caídos en el más bajo nivel de bestialismo, los linchadores no distinguen entre justicia y venganza. Si lo proclamaran: “es venganza, pero con todo conocimiento vamos a perpetrar el linchamiento”, no sería tan terrible esa que constituye la más baja y salvaje manifestación de animalidad. A propósito:

¿En la turba de linchadores podríamos imaginar a un catedrático rociando con gasolina a un humano agónico? ¿Encendiendo el cerillo para que la carne humana arda hasta la muerte? Esa animalidad, ¿justicia? En el México de una política religiosa, una religión política y un ejército que se desacredita, ¿justicia?

México, 25 de octubre. La Iglesia Católica quiere poder político. Impulsa una iniciativa para cambiar el 24 constitucional e introducir el concepto de “libertad religiosa”, con la que podrá ser votado y ocupar puestos públicos, y definir a qué partido o candidato apoyar.

(Dios…)