‘Esto te va a matar”

Construiré una reja eléctrica de 20 pies de altura en la frontera con México que mate a quien trate de entrar ilegalmente a Estados Unidos. Va a ser eléctrica, tendrá alambre de púas  y un letrero en inglés y español: “Esto te va a matar”. Podría ordenar el uso de pistolas de verdad, con balas de verdad, para detener la inmigración ilegal.

Y que la propuesta en materia de política migratoria de Herman Cain, candidato republicano a la Casa Blanca, provocó delirante ovación.  “Fue un chiste”, aclararía más tarde. Un chiste. En las preferencias de los electores el afro-norteamericano marcha en primer lugar.

Qué país el del gringo, mis valedores,  y el de nosotros qué país. Y es como para preguntarse: ¿no con los Bush había terminado el horror? ¿Con los expulsados de su tierra madrastra vengarse los negros de los agravios que durante siglos les infirió el anglosajón?

Pero los giros y los bandazos que da la historia. Como danzar una compulsiva tarantela, como si un loco manejara el timón. Un drogado. Porque, si no, ¿cuánto tiempo ha transcurrido desde el esclavismo, cuánto desde Linch, el Ku-klux-klan y las cruces ardientes? No podía el negro, apenas ayer, colocarse cerca del anglosajón si no era para cargarle el equipaje o limpiarle los zapatos. Hoy el imperio tiene a un cuarterón en la Casa Blanca y a un negro de puntero en las preferencias para la sucesión. ¿Cómo fue? ¿Lo explicará la tesis de Carlos Fontanellas?

En ella se alude al concurso del negro en  la Guerra Civil originada en la rivalidad entre los confederados esclavistas sureños y los estados del norte de EU, lo que los enfrentó en la Guerra de Secesión de 1861-65. Los esclavos negros intuyeron la gran oportunidad para luchar por la libertad y la igualdad mientras en el norte, los negros libres intentaron enlistarse con las fuerzas de la Unión. Su entrenamiento militar fue prohibido por la policía. El gobierno federal evitó el alistamiento de negros en el ejército. Lincoln los rechazó en 1861 y en los años siguientes.

La presencia activa y la agitación de las masas negras preocupó al gobierno, que creó un Depto. de Colonización, destinado a retornarlos a Africa o a alguna isla del Caribe. Tal política fracasó.

El negro logró enlistarse en el ejército, pero fue objeto del encarnizamiento sureño, que se negó a tomar prisioneros; los heridos eran asesinados; el ejército los discriminaba; se les cerraba la posibilidad de ascenso a cualquier rango militar y se les pagaba la mitad del salario que al soldado blanco. Muchas compañías de combatientes negros, ante el problema de la paga, adoptaron la digna postura de no aceptarla.

Más tarde se gestarían nuevas formas de explotación de los campesinos negros, que fueron forzados a volver a las plantaciones con métodos represivos de enorme violencia.

El ejercicio del sufragio lo ejercieron los negros bajo el terrorismo racial de los oligarcas, que para mantenerlos alejados de las urnas propagaron atemorizantes amenazas, organizaron y armaron bandas y crearon sociedades secretas para imponerse y coaccionar, mediante la tortura, la violencia y el crimen, tanto a los negros como a los simpatizantes blancos. El Ku-Klux-Klan, entre ellas, que integrado en 1865 como un club de jóvenes de familias prominentes, se extendió por los estados del sur hasta quedar formalmente organizado en 1868, “para oponerse a la influencia africana en el gobierno y la sociedad, prever la entremezcla de razas y defender la supremacía política y social de la raza blanca”.  (Sigo después.)

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *