Doctrina Estrada

México no reconocerá al ganador de las elecciones presidenciales de Honduras previstas para noviembre, después de que el gobierno de facto, surgido tras el golpe de estado, y que encabeza Roberto Micheleti, siguiera adelante con la idea de llevar a cabo los comicios…

Tal acaba de declarar Patricia Espinosa, Secretaria de Relaciones Exteriores de nuestro país. Ella misma lo había asegurado a principios del 2007: «La nueva política exterior será sin estridencias, sin afanes protagónicos ni promoción principal». ¿Así, sin estridencias, promociones ni afanes protagónicos ha sido la política de Felipe de Jesús…?

Yo, espeluznos en el espinazo ante esa compulsión viajera que ha contagiado al de Los Pinos, que día con día aquí, allá y acuyá, se entrevista con presidentes de diversos países y pontifica, propone, ofrece soluciones y se ofrece de mediador, compruebo que en su itinerante embriaguez en una de esas va a pisotear las ruinas de la Doctrina Estrada, esa que tan digno lugar en las naciones mereció cuando vigente. A propósito:

Me repugna el golpe de estado que los grandes capitales, el alto clero católico y los militares de Honduras acaban de asestar al presidente legítimo, Manuel Zelaya si sabrá de felonías semejantes la historia de mi país. Pero pienso también que los destinos de Honduras deben ser (son) responsabilidad absoluta de los ciudadanos hondureños, o estamos minimizándolos al suponer que necesiten tutelaje de fuerzas ajenas. Es entonces cuando me pregunto si entre nosotros algo queda todavía de la susodicha Doctrina Estrada

Al tema me referí hace ya un par de años, cuando Vicente Fox convirtiera nuestro país en un palenque, un herradero, una plaza de gallos donde el rijoso dirimía sus contiendas verbales con personajes de presencia mundial como Hugo Chávez y el comandante Fidel Castro. No se midió ni midió los resultados que su temeridad iba a acarrear a nuestro país. Fox, lástima, se cree grande, cuando sólo es alto de tamaño físico. En fin.

Mis valedores: ¿en qué consiste una Doctrina Estrada que a estas alturas de los gobiernos confesionales parece haber expirado? Me apoyo en conceptos de estudiosos diversos: Con frecuencia se menciona e invoca la Doctrina Estrada, y con más frecuencia se ignora o se conoce a medias qué es y cuándo y cómo se aplica o debe aplicarse. Se conoce, sí, que la Doctrina Estrada tiene que ver con la no intervención en los asuntos internos de otros estados y países, y por eso constituye un pilar de la política exterior mexicana (esto en el México de ayer, no en el tiempo de los beatos del Verbo Encarnado), pues se relaciona con el reconocimiento o mantenimiento de relaciones diplomáticas o de tipo diverso con naciones que deciden cambiar de gobierno. México no da ni quita reconocimiento, sino que deja a la entera soberanía de cada país establecer el régimen que prefiera, pero emplea su derecho de mantener o retirar sus representantes (o agentes diplomáticos).

Doctrina Estrada. Su historia: El 27 de septiembre de 1930 la Cancillería Mexicana, con Don Genaro Estrada al frente -la dirigió con los presidentes Calles, Portes Gil y Ortiz Rubioemitió un comunicado que decía:

«Con motivo de cambios de régimen ocurrido en algunos países de la América del Sur, el gobierno de México ha tenido necesidad, una vez más, de decidir la aplicación, por su parte, de la teoría llamada de reconocimiento de gobiernos». Se reconocía ahí el hecho, sigue el cronista, de que México mismo había sufrido, como pocos países, las consecuencias de esa doctrina que deja al arbitrio de gobiernos extranjeros el pronunciarse sobre la legitimidad o ilegitimidad de otro régimen, produciéndose con este motivo situaciones en que la capacidad legal o el ascenso nacional de gobiernos o autoridades, parece supeditarse a la opinión de los extraños.

«Esta práctica se aplicaba en el Continente Americano, rara vez en la Europa, donde estaban las potencias, por lo que era, en realidad, un puñal para las decisiones de países latinoamericanos que fueran o no del grado de la potencia norteamericana o de las europeas. Para zafarse de ese ajeno arbitrio, el comunicado de don Genaro, redactado con la sencillez y claridad propias de quien conocía la política y las letras, informaba de haberse dado instrucción, por México, a sus Ministros o Encargados de Negocios en los países afectados por las recientes crisis políticas, haciéndoles conocer que México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos, porque considera que, sobre herir la soberanía de otras naciones… (Mañana.)

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