Conviértete en cerdo

Cada vez más personas se plantean la pregunta sobre si tendrán suficiente dinero cuando se retiren (El País.)

La jubilación, mis valedores. El tema me lo acaba de sugerir un cierto profesionista que decidió dar por terminada su vida activa en la diaria labor y ahora, logrado ya su retiro, deambula encandilado ante la zozobra de tan drástico cambio de vida. Las siguientes reflexiones pudiesen resultar útiles a alguno de ustedes que se acerque a estas horas a esa terra incognita que significa la jubilación.

Cierto es que el hombre se mide con el obstáculo, y aun pudiésemos agregar: se mide con la jubilación, y de ella saldrá aniquilado o robustecido, según. Porque yo, que de de nada hasta hoy me he jubilado, supongo que ese parteaguas en la existencia del homo faber es un asunto de vida o muerte, sin más. Que de la muerte en que vivió en la diaria labor ahora comienza a percibir la vida, o de la vida que dejó atrás inicia el proceso del morir en vida, porque vamos a ver…

¿El trabajo lo mantuvo esbelto, y la jubilación va a engrasar su organismo?  ¿Era el espíritu el que mantenía engrasado, y con su nueva existencia lo va a limpiar?  Y si nos vamos a rastrear los símbolos y sus significados:

“Ganarás el pan con el sudor de tu frente” fue el castigo que un Dios intransigente impuso a la magnífica desobediencia de Adán. ¿Castigo el trabajo? Para algunos, tal vez, pero no para quien tiene la diaria labor como realización de vida. Y algo más: ¿Previó ese mismo Dios que la maldición iba a durar sólo un determinado número de años, porque después vendría la jubilación?

¿Bajo el rigor de la maldición Adán  enfilaría, como más tarde Caín, rumbo al este del paraíso,  o al contrario: dueño ya del conocimiento, la moral y del amor, sobre todo,  fue en Nod donde encontró el paraíso?

Pienso en algún desdichado que, a la manera de Moisés, se afanó cuarenta años en el desierto (la fábrica, el taller, la oficina), para al final, cuando creía que comenzaba una vida de libertad para el ocio, el viaje, la lectura, el gimnasio (tan resbaladizos propósitos como los de cualquier fin de año),  toparse con una decepcionante realidad  que sólo le permitió avizorar la tierra prometida. De lejos, a la distancia…

¿El flamante jubilado aprovecharía las décadas en que sobrevivió a maná y agua para cristalizar su anhelo de trascendencia, de que no habrá de morir del todo porque los beneficios que realizó a favor de los otros le dejarán vivir en la memoria de aquellos a quienes de alguna forma dio a valer?  ¿O en su tiempo de labor se instaló en el egoísmo y se olvidó de agradecer el don de la vida, y ya jubilado de la vida nadie lo va a recordar porque pasó de noche por este mundo donde pudo haber hecho tanto por tantos? ¿Hasta hoy, jubilado de tantísimas cosas, querrá lograr esa trascendencia, indispensable (con otros varios factores) para la salud mental? Quizá ahora mismo, ya jubilado, va a lamentarse como el poeta: “Y pensar que pudimos…”

Porque en todos los actos de su existencia el individuo exhibe su condición de idealista o de mediocre, y la jubilación puede exacerbar esa condición. El hombre de ideales se jubilará del oficio, pero no de la vida, del humanitarismo, del servicio al prójimo. El mediocre y egoísta,  en cambio, como si sorbiera la copa que Circe la maga le ofrece y que al mirarlo beber le ordena: “¡Conviértete en cerdo!”

Cuidado, mucho cuidado; la copa de la vida purifica y propicia el vuelo. La del ocio y la pereza espiritual, por contras… (Sigo mañana.)

Un pensamiento en “Conviértete en cerdo

  1. Ésta era una compañía que se llamaba Lito Offset Atenas S.A. De C.V. (L.O.A.S.A), en 1969 entré a trabajar como ayudante de Fotolito, se tenía la costumbre de rotar de puesto durante tres meses cada dos años a algunos de los obreros que destacaban en producción o en calidad, que para que no nos aburriéramos decía Don Alejandro Luna Erregeréna director de la compañía, en una de esas rotaciones fui seleccionado para trabajar en el departamento de mantenimiento y aunque la regla era que terminado el periodo todos los seleccionados deberían regresar a su departamento de origen, a mí se me ordenó permanecer en mantenimiento, como yo no sabía nada de electricidad ni de mecánica me fue necesario estudiar por las tardes en el Tecnológico Mexicano Alemán para poder realizar mi trabajo. Por que aprendí que el trabajo es mi mejor amigo, me jubilé hace 15 años y hoy me dedico a leer y a hacer ejercicio. Éste artículo lo leí hace mucho tiempo pero hoy que lo repasé me doy cuenta de que influyó en mi, Gracias mi Valedor.

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