¡Mancera, escucha!

¡La calle es de quien la lucha!

Y para remachar su reclamo las trabajadoras sexuales de La Merced, Mixcalco, San Pablo, Tlalpan, Buenavista y otros puntos de contacto en la ciudad toman el zócalo. Bien.

Pero no únicamente las trabajadoras. Ellos también, los de la preferencia sexual distinta. Para ello(a)s también el mundo significa violencia, discriminación y toda mala suerte de agresiones que en su contra perpetran los machos que son muy machos.

Pero no todo iba a ser negativo, que el machismo universal dedica a lesbianas y homosexuales todo un día al año, al que otorga el pomposo título de  Día Internacional contra la Homofobia y emplea en exaltar la “tolerancia”, vocablo de tufo condescendiente, mientras en foros y mesas redondas condena toda agresión contra la diversidad sexual. Y hasta el año próximo. Mientras tanto, a seguir con la violencia y la discriminación contra esa preferencia sexual distinta.  Lo de siempre.

Claro, tan horrenda situación no es de hoy. Aquí, con sus arcaísmos, un  fragmento de Identidad latina, que me hace llegar un esforzado de los derechos del homosexual:

“Lleno de piedad cristiana, el Tribunal de la Inquisición, para salvar nuestra alma, nos asesinaba en Francia, Alemania, Italia y España del 1183 al 1834. Hoy se sigue, con esa filosofía, perpetrando tal genocidio”.

Y qué decir de los indios. Don Francisco López de Gómara, hombre sabio y prudente, escribe en su obra denominada Cosas Generales de la Nueva España o Hispania Victriz:

Estos indios son dados a ese placer y contento y son putos ellos en demasía, en detrimento de la Ley y el Orden de Dios quien todo lo crió”.

En América del Sur Vasco Núñez de Balboa, Adelantado del Siglo XVI, con su tan elevada piedad cristiana mató con perros a todo un pueblo de indios sólo porque practicaban la  homosexualidad como parte de sus ritos que los unían en vínculo con las divinidades ultraterrenas. En su Primera Carta-Relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, su hijo, dada en Nueva España en julio de 1519, dice de los naturales don Hernán Cortés:

Todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado”.

En Latinoamérica políticos homosexuales lanzan diatribas contra la homosexualidad. En el siglo XVII, en el Virreinato de la Nueva España (México), figuran en este campo dos ínclitos personajes antagónicos entre sí, la poetisa Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, lesbiana cuya imagen aparece en la moneda mejicana, mujer enamorada de dos excelentísimas señoras virreinas: la marquesa de Mancera, primero, y más tarde también de la marquesa de La Laguna, quien asimismo era condesa del dictado de Paredes de Nava.

En su poesía hallamos su grande amor por esas dos damas de Villa y Corte. Por ser mujer Sor Juana, por ser libre y por ser lesbiana, ganó el odio y la ira del arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas, a quien su delirante misoginia hace de urdimbre homosexual.

El protervo arzobispo  en su servidumbre jamás permitió mujer alguna; en sus frecuentes pláticas doctrinales atacó con vehemencia cuantos defectos creía hallar en la mujer. Se le oyó decir  que si supiera que ha entrado una mujer en su casa, había de mandar arrancar los ladrillos que ella había pisado. No quería que en casa suya pusiesen mano las mujeres ni que le guisasen la comida ni oírlas cantar y ni siquiera oírlas hablar quería”.

Diversidad sexual y machismo. (Esto sigue después.)

Un pensamiento en “¡Mancera, escucha!

  1. Hola a veces las mismas mujeres agreden a su mismo sexo con odio, resentimiento, envidia que se yo.
    Su servidora trabajaba en una de las prepas del GDF, y como le caía mal a una secretaria que andaba de amante con el jefe de servicios y éste a su vez me hostigaba y como yo no le hacia caso, se aprovecharon de una discusion que tuve con la secretaria y me acusaron de haberla abofeteado y me despidieron de mi trabajo, asi la secretaria, su amante y una amiga de ella se unieron para acusarme falsamente y perdi mi trabajo, con ello me di cuenta que la envidia es capaz de hacer que la gente se vuelva un monstruo y dañar a las personas. saludos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *