Un poeta en el campo militar

Sabrás del hombre y el sudor colmado, – polvo en el polvo rendirás tributo, -y procrearás un hijo asesinado…

Los poetas esta vez, mis valedores, esas «torres de Dios», que dijo Rubén Darío. Ellos frente a las masacres de Tlatelolco, Rivera de San Cosme, Aguas Blancas, Acteal. Digo Tlatelolco y quiero decir Batallón Olimpia, sangre derramada masacre, holocausto, Campo Militar, represión, memoria histórica lacerada, distorsionada asesinada a golpes de ignorancia y olvido por parte de las masas sociales. A propósito:

Horacio Espinosa Altamirano. ¿Alguno de ustedes conoce al poeta? Su obra ¿la habrá leído alguno? Leerla deja un regusto ácido, amargoso, y de alguna forma con razón: el poeta malvivió toda su vida tiempos anubarrados, que culminaron con la represión que a los poetas se infirió a consecuencia de lo ocurrido en tlatelolco hoy hace ya cuarenta años. Un pedazo de su biografía personal lo vivió -lo pudo sobrevivir- empozado en alguna de las celdas del Campo Militar No. 1, que el Sistema de poder mantiene para alojamiento de descontentos del régimen. Como los poetas, pongamos por caso…

Tiempo después, y a modo de purga con qué eliminar toxinas de aquella malaventurada experiencia, en saliendo a la libertad, el varón enterizo se dio a la creación de su Códice Mayor, donde en un abundoso borbollón de metáforas vació su experiencia bajo la bota y el espadón al servicio de aquel PRI-Gobiemo autoritario y represor que sembró de víctimas tlatelolco. Y un detalle más, para mí doloroso porque Horacio fue amigo mío: antes de tiempo se nos vino a morir 0a muerte siempre llega antes de tiempo). Desde allá, de por allá donde el poeta se había ido a refugiar, sus familiares me comunicaron la ruda noticia el varón de virtudes y luchador social incorruptible abandonó esta vida apenas, a penas, hacía un par de días. (Hoy, para el huésped del campo militar, y a su memoria aquí algunas de sus referencias poéticas al Dos de Octubre, precisamente:

¿Siempre -ayer, ahora y siempre- Tezcatlipoca, Espejo de la Muerte, – ordenará el festín, la necrofagia – con la carne y el espíritu del Hombre? ¿El genocida siempre -ayer, ahora y siempre? – ¿El códice hablará de la serpiente alada – porque la mano – tiembla ante el tatuaje sanguíneo y homicida..?

Que aquel dos de octubre aciago no se nos borre de la memoria histórica que ésta no se nos vaya a distorsionar; que se mantenga viva -y actuante, ojalá- esa indignación ante la torva figura de uno al que -justicia inmanente- asesinó el cáncer, y que murió aplastado por todo un almácigo de cadáveres. Tlatelolco. Rastros del matancero, el aviso suele aparecer en los matutinos años con año, su redacción casi siempre idéntica:

El Gobierno del Estado de Puebla, Familiares, amigos y colaboradores del Sr. Lic. Don Gustavo Díaz Ordaz, Presidente de México 1964-1970, Le invitan a la ceremonia conmemorativa de un aniversario más de su fallecimiento, que tendrá lugar el próximo día 15 del presente a las 11:00 horas en el Panteón Jardín de esta Ciudad.

Semejantes nostálgicos, sin importarles las ampollas que puedan lastimar en quienes (muy pocos, lástima) conservan intacta la memoria histórica se congregan en un aquelarre anual y a discursos prosopopéyicos ofician el rito de las exequias que hace años perpetraron, sé lo que digo, de los podridos despojos mortales del matarife que valido de sus cuarteleros ametralló, masacró, encarceló e hizo desaparecer a luchadores sociales, y hasta el día de hoy. Díaz Hordas. (Detrás de él, maquiavélico, el que a su hora fue motejado de demonio de San Jerónimo: Echeverría Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar…)

Ellos, los cercanos y adictos al de las manos tintas en sangre, no quieren olvidar la fecha en que se les murió de cáncer. Yo, cercano y adicto a sus víctimas, no quiero que se nos muera la conciencia de lo que, agazapado en el palacio de gobierno, perpetró la masacre demencial de Tlatelolco, aquel Díaz Hordas al que Shakespeare parecía señalar:

Ese tirano cuyo solo nombre ampolla nuestra lengua…

«¿Nunca Quetzalcóatl será el arcángel fuerte? – Jaguar sacrificado, Tlatelolco -Águila desmembrada, Tlatelolco».

Y la impunidad. Es el Sistema de poder. Es la opresión y, en su caso, la represión. Es Tlatelolco. Es México. (Este país.)

3 pensamientos en “Un poeta en el campo militar

  1. Honor a quien honor merece.
    Horacio Espinoza Perez Salazar, Te recordare siempre, con tu maquina de escribir, tu pipa y los quesos que tanto te gustaban, en aquel salon repleto de anaqueles de madera y metal que abrigaban libros que yo no podia imaginar.
    Siempre cariñoso y sonriente!
    Recuerdos de niña que se sabia frente a un hombre con un gran ideal.

  2. Cómo es posible que en tu nombre se profesen calumnias, denostaciones y proverbios que distan de tu economía intelectual. No es menester que un sujeto que dice llamarse «Abogado Litigante» (JOSÉ LUIS AGUIRRE HUERTA), explote tu memoria por el simple hecho de hacerse el payasito para difamar a través de un libelo que trastoca la política interna del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, en la época de renovación de su presidencia. Lo peor del caso es que hasta tu nombre lo modificó ORAZIO ESPINOZA ALTAMIRANO, para divagar en la insolencia proverbial.

  3. Horacio Espinosa Altamirano tiene muchos y muy buenos libros, como ejemplo «Toda La Furia»sin duda uno de los mejores que se han escrito referentes al 2 de octubre y que transporta al lector de una forma vivida al terror experimentado durante la noche del 2 de octubre, sin embargo tiene también otros libros como Locos sin Dios que es un compendio de cuentos cortos en el que se pueden encontrar historias hermosas como Para este amanecer, la libertad, y tiene titulos también como el de Campo militar número 1 en el que narra su experiencia después del 2 de octubre cuando es secuestrado por el ejército o también Apocalipsis Apócrifo, solo por mencionar algunos.

    Sin duda un escritor muy prolífico con una narrativa exepcional que vale la pena leer.

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